Sean todos nuestros hermanos y hermanas bienvenidos.
La unidad pentecostal Por Mary M Bodie
“¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía! Es como el buen óleo sobre la cabeza, el cual desciende sobre la barba, la barba de Aarón, y baja hasta el borde de sus vestiduras; Como el rocío de Hermón, que desciende sobre los montes de Sion;
porque allí envía Jehová bendición, y vida eterna” Salmos 133:1-3
Ha sido dicho y escrito mucho sobre: “La Unidad y la Unanimidad de la iglesia primitiva”. Las iglesias protestantes han estado especialmente interesadas en el tema, porque pareciera haber un concentrado esfuerzo entre ellas para la “unidad”. Ellas dicen que quieren la “unidad pentecostal”; pero notemos que no quieren las señales pentecostales. Hubo maravillosos acontecimientos registrados acerca de esos primeros días. Estos eventos sobrenaturales nos sorprenden y asombran a medida que los leemos, y estamos admirados de que las personas no deseen estas cosas. Pero ellas no ven todo lo que la unidad de aquellos días significa, ni están dispuestas para que la unidad sea manifestada hoy en día, tal como ella está registrada en las Escrituras.
Hemos encontrado siete unanimidades relativas a los primeros discípulos en los Hechos de los Apóstoles. Siete siendo el número de “completitud (integridad) y perfección”, es muy significante. Esto no es accidental, sino sustancial (saturado de intencionalidad) e inspirado por el autor de las Santas Escritura. La perfecta unidad de la iglesia en sus ministerios está establecida ante nosotros. Esta fue un divino unánime, que era hermoso y celestial. La iglesia en su conjunto no puede llegar a esa unidad ahora; pero cada creyente separado en cada asamblea local puede buscar con propósito de corazón llegar a esa perfección y así ser uno en espíritu con cada otro cristiano y con cada asamblea cristiana.
La palabra “unidad” tiene diversos significados, todos ellos son muy expresivos e interesantes y muestran las diferentes fases de la armonía y la unidad. Notemos algunos de estos significados. Primero: Ajustar la diferencia entre dos o más partes.
Segundo: Acuerdo entre mentes independientes; sentimiento armonioso o acción motivada por un impulso común.
Tercero: Acuerdo, idoneidad, justa correspondencia de las cosas del uno con el otro.
Cuarto: Concierto, concordancia, armonía de sonidos musicales.
Todos estos significados pueden ser aplicados a la unidad de la iglesia. Ellos exhiben: “la unidad que era manifestada en el comienzo de la carrera de ella”; y que estaría en evidencia hoy en día, si el orden de las Escrituras hubiera sido seguido y si al Espíritu Santo se le hubiera permitido guiar.
Vemos estos siete (7) “unánimes” en el orden en que aparecen en los Hechos de los Apóstoles.
Uno: Unánimes en la oración. “Todos estos perseveraban unánimes (gri. “homothumadon” -con un mismo propósito, de común acuerdo, con una pación-) en oración y ruego” Hechos 1:14. ¿No es esa unidad hermosa? “Estos” incluye a todos los apóstoles y hermanos de aquellos días. Hubo ciento veinte (120) de ellos, tal como aprendemos después, cuando el Espíritu Santo cayo ellos el día de Pentecostés y fueron bautizados en un cuerpo, entrando así realmente en la unidad espiritual.
Estos primeros discípulos oraron y oraron al unísono, con una mente y con una voz; ellos clamaron al Señor. Esta no fue una seca reunión de oración formal; sino una verdadera reunión en espíritu. Este patrón nos enseña que tal unanimidad en la oración ciertamente traerá resultados. Ellos reunieron el cielo y la tierra. El trono de Dios fue tocado por estas débiles personas y Él fue movido por el clamor unido de ellos a Él. El poder estaba en sus manos a través de la unidad de la oración y sabiamente sacaron ventaja de la oportunidad. Es un lugar de autoridad, esta unanimidad en la oración. Todo lo que después se llevó a cabo en esos dorados (felices y calmos) momentos de victoria fue debido en gran medida a esa reunión de oración en unión.
Dos: Unánimes en un lugar. “Cuando llego el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos” Hechos 2:1. El énfasis está sobre: “un lugar y un propósito”. La unidad de los discípulos estaba de manifiesto en el hecho de que: “ellos tenían un centro de reunión y estaban todos de acuerdo en un lugar”. Ellos tenían un deseo y un propósito para estar allí reunidos. Todos ellos estaban esperando el advenimiento del Espíritu Santo. “La promesa del Padre” debía venir sobre ellos. Todos ellos estaban sintiendo una misma cosa en la expectación. Todos estaban esperando por El, todos en un lugar, todos con un deseo. De ahí que nadie fue decepcionado. “…y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen” Hechos 2:3-4.
Tres: Unánimes en la consagración. “Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón” Hechos 2:46. Es asombroso esta absoluta devoción a Dios, la cual el registro proclama. Ellos vendieron todas sus posiciones y distribuyeron todo el dinero entre los pobres. “Todos los que habían creído estaban juntos, y tenían en común todas las cosas; y vendían sus propiedades y sus bienes, y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno” Hechos 2:44-45.
La unidad no solo era espiritualmente definida y experimentada, sino que ella era prácticamente demostrada. Ellos no hablaban de la unidad, sino que la ejercitaban. El poder de las invisibles cosas eternas los gobernaba. El Reino y la Gloria venideros era tan real para con ellos, que ellos no pensaban o deseaban las cosas del presente reino o sistema de este mundo. ¡Esto es maravilloso! Esta es la única condición ideal de la clase que siempre ha sido un éxito. Esto habla de la unidad de las personas en el corazón y en la vida. Esta es la unidad Divina y no puede ser imitada ni falsificada. No existe ningún sustituto para el poder del Espíritu Santo que reúna a los santos y los moldee en unanimidad. “Y la multitud de los que habían creído era de un corazón y un alma; y ninguno decía ser suyo propio nada de lo que poseía, sino que tenían todas las cosas en común” Hechos 4:32.
Los hombres han buscado muchas veces llevar a cabo ese ideal estado socialista que caracterizaba a los primeros días. Los hombres religiosas, como así también los irreligiosos han determinados que ellos seguirán y motivarían a otros a seguir el ejemplo de: “la unidad, la igualdad social y todas las cosas en común, lo cual era el orden evidenciado de los discípulos”; pero ellos nunca han tenido éxito. Los líderes simplemente se han enriquecido a costa de los demás. Aquellos que vendieron sus bienes para ser distribuidos entre los necesitados, ellos mismos fueron necesitados en poco tiempo.
La desigualdad pronto gobernó en lugar de la unidad, la contienda y la división rápidamente se destacaron y la condición socialista de todas las cosas en común desapareció. La cosa ha llegado a ser un fracaso cada vez que se mencionara. Pero, la razón del fracaso de estos planes fue: “que ellos fueron la empresa de los hombres”. Dios no estaba en las disposiciones (los arreglos) de ellos. Ese estado ideal nunca será una realidad nuevamente en el mundo hasta que el Señor Jesucristo sea el Rey. Entonces, todas las personas de Dios nuevamente tendrán todas las cosas en común. Todos ellos “comerán juntos con alegría y sencillez de corazón” y nadie dirá que las cosas que les pertenece son “suyas propias”. “Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón” Hechos 2:46
La unidad nuevamente estará a la orden del día. Esto no solamente continuara hasta que los lideres hayan desaparecido, sino que durante mil años, esa ideal comunidad social seguirá en la tierra, mientras que la iglesia estará unánime en el cielo. Su unidad será manifiesta en las gloriosas condiciones eternas en el paraíso arriba.
Cuatro: Unanimidad en la alabanza y la adoración. “Y ellos, habiéndolo oído, alzaron unánimes la voz a Dios, y dijeron: Soberano Señor, tú eres el Dios que hiciste el cielo y la tierra, el mar y todo lo que en ellos hay” Hechos 4:24.
Esta reunión de adoración fue celebrad después de la maravillosa liberación de varios de los apóstoles de la prisión, donde los líderes religiosos los habían puesto por causa de la poderosa convicción que había caído sobre las personas después de que el hombre cojo había sido sanado en la puerta del templo. Inmediatamente después de su liberación, ellos buscaron la compañía de su propia gente, cuyo gozo era limitado ante la bondad de Dios. Esta unanimidad en la alabanza no era una seca cuestión formal, pedida por los apóstoles por causa de las exigencias de la situación, tal como ellas son hoy en día. Esto no era elaborado (fomentado por excitación) ni fingido (no era una puesta en escena), sino más bien un espontaneo irrumpir de las acciones de la gracia que estaba llenando los corazones de la gente. Su presencia era real. Su Gracia era tan maravillosa, Su protección era tan manifiesta en la liberación de los apóstoles, que ellos fueron constreñidos a dar desahogo a sus rebosantes corazones y alabar a Dios y Padre que tan abiertamente había demostrado que Él estaba con ellos y por ellos.
Tal unidad de alabanza y gratitud es un poderos apalancamiento para con Dios. Esto le mueve a Él a un mayor despliegue de Su poder en favor de Sus santos, tal como atestigua el registro aquí: “Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios” Hechos 4:31. Tal vez si los santos tuvieran más de esta unidad en la alabanza, ellos tendrían más de Su despliegue de Su poderío. Ellos corren lejos de la manifestación de las señales y prodigios. Ellos no esperan que Dios se muestre a sí mismo en alguna manera visible con Su pueblo. Ellos han llegado a estar tan acostumbrados a una forma de religión que las reales y manifiestas experiencias que tuvieron en los tempranos días son extrañas y temibles. Las convicciones que ellos traen son mal acogidas (desagradables). Ellos prefieren continuar en sus religiones hechas por el hombre (artificiales). Ellos hablan acerca de Pentecostés, pero, cuando este está realmente presente, ellos lo llaman reguero de pólvora y fanatismo. Cada abierto despliegue del poder de Dios es así llamado en estos días malos. Piensa lo que habría de suceder si el Señor hiciera temblar algunos de estos lugares hoy en día, donde los así llamados cristianos están reunidos. Ellos inmediatamente llegarían a estar despavoridos y correrían por sus vidas. Ellos no escaparían lo suficientemente rápido del despliegue sobrenatural. Ellos conocen a Dios tan poco, que no tienen conciencia de Su presencia. Es tan diferente de aquellos maravillosos unánimes días del principio.
Cinco: Unánimes en fe. “Y por la mano de los apóstoles se hacían muchas señales y prodigios en el pueblo; y estaban todos unánimes en el pórtico de Salomón” Hechos 5:12 Esas señales y prodigios por las manos de los apóstoles, fueron simplemente la manifestación de la unidad entre los creyentes, tal como el espíritu claramente lo da a entender. Cuando los santos, incluso en una pequeña reunión, están en comunión y la armonía está gobernando, señales y maravillas están a la orden. Es fácil creer a Dios cuando todos están hablando de fe. ¡Cuán poderosa hueste seria la iglesia, que frente le presentaría al enemigo, si todos estuviéramos unánimes en un lugar! Le haríamos huir a Satanás y la humanidad seria liberada de los grilletes con los cuales ella ha estado encadenada todos estos años. Sin embargo, la confusión reina en lugar de ello. Hay tan poca armonía exhibida; de ahí que, nuestras oraciones se ven obstaculizadas. Parecería que tenemos tan poca fe. Hay pocas de las milagrosas señales de Pentecostés en la iglesia de hoy. Aquellos quienes confían absolutamente en Dios son la armonía y son llamados faltos de sentido práctico y tantos. ¿Cuál será la retribución para tal incredulidad? Ellos son perdedores ahora, y lo serán por toda la eternidad, porque ellos no le creen a Él ni permanecen juntos en unidad y armonía.
Seis: Unánimes en hacer caso a la Palabra. “Y la gente, unánime, escuchaba atentamente las cosas que decía Felipe, oyendo y viendo las señales que hacía” Hechos 8:6 ¿No era eso maravilloso? ¡Oh, que hubiera tal condición hoy! Oh, que hubiera tal ciudad, donde todos estén en unanimidad con respecto a escuchar la Palabra de Dios y hacerle casa a ellas. No es ninguna maravilla que hubiera un gran reavivamiento allí. La salvación del pecado y la enfermedad siempre siguen al prestar atención a las Escrituras. Los milagros abundan en cada lugar. Satanás es derrotado (en el mundo) cuando todas las personas juntas le prestan atención a la Palabra de Dios. Hoy en día la Palabra entra por un oído y sale por el otro, tal como expresa el dicho. ¡El descuido (la desatención) y la superficialidad abundan! Rara vez es que los cristianos sean encontrados en unanimidad escuchando la Palabra. Ellos prefieren la ligera comida religiosa. Ilustraciones, historias y espectaculares proezas atraen a las personas; pero rara vez es la Escritura la potencia del movimiento. No es de sorprenderse que tan pocos sean salvos ni incluso convencidos de sus pecados. Cuando los santos están unánimes para prestar atención a la Palabra, los pecadores son de la misma manera movidos a escucharla.
Siete: Unánimes en decisión. “…nos ha parecido bien, habiendo llegado a un acuerdo, elegir varones y enviarlos a vosotros con nuestros amados Bernabé y Pablo” Hechos 15:25 Esta es la séptima y última mención de “un acuerdo” o “unánimes”, con relación a la iglesia. Es verdaderamente significante que sea encontrado en este capítulo donde tenemos el registro de la primera y única conferencia (en cuanto a lo que nosotros sabemos) de los líderes de la iglesia primitiva. Ellos fueron llamados a reunirse por el Espíritu Santo. Pablo escribe más tarde, con relación a esta conferencia, que el subió por revelación. “Después, pasados catorce años, subí otra vez a Jerusalén con Bernabé, llevando también conmigo a Tito. Pero subí según una revelación, y para no correr o haber corrido en vano, expuse en privado a los que tenían cierta reputación el evangelio que predico entre los gentiles” Gálatas 2:1-2
Esta reunión fue para establecer la importante cuestión de la manera de la salvación. Se debatió la cuestión de la salvación desde todo punto de vista, si ella era por la ley o por la gracia, por la fe o por las obras. Esta fue una ocasión muy trascendental, una sustancial (saturada de intencionalidad) reunión divinamente ordenada. Los apóstoles, así como todos los líderes de la iglesia estaban presentes y ellos estaban unánimes, de “un acuerdo”, en decidir que: “Los hombres eran salvados por la fe en la gracia de Dios”. No hubo ninguna voz contraria. El veredicto fue unánime. Santiago, así como Pedro y Juan, los principales apóstoles de la circuncisión, con Pablo y Bernabé, los líderes entre los gentiles, estuvieron todos de acuerdo cuando ellos afirmaron con un consentimiento: “Antes creemos que por la gracia del Señor Jesús seremos salvos, de igual modo que ellos” Hechos 15:11
Había unidad en esa conferencia y la armonía prevaleció. La más completa comunión era gozada por los hermanos de aquellos días. Si los hermanos en estos días prestaran atención y se rindieran a la voz de la Escritura, habría alguna esperanza de unidad. Pero los hombres se atreven a alzar su insignificante voz en negación de la manera de la gracia para la salvación. La legalidad gobierna el día. Esta es el mayor obstáculo para la unanimidad de los hermanos, con excepción de la organización, la cual divide al hermano del hermano. Cuan pequeños ellos parecen al lado de la Palabra de Dios. La iglesia no puede tener ni siquiera la apariencia de la unidad divina ni de ninguna verdadera unidad Escritural. Hasta que todos estén de acuerdo sobre el orden para la iglesia: “el patrón establecido en la Biblia”. Dios no ha cambiado Su plan ni nunca lo ara. La iglesia debe rendirse a Él. ; Él no se rendirá a la iglesia. Pero ellos nunca lo harán. Es demasiado tarde para esperar tan gloriosa consumación. Las Escrituras no albergan tales esperanzas. El fin de lo que comenzó bello y santo en ese aposento alto, tan divinamente equipado en el día de Pentecostés, si bien pequeño y despreciado de los hombres, ha fracasado estrepitosamente. Jehová juzgara el apartarse de Su ordenado plan y propósito. El quemara al falso sistema con fuego. (Ap.18)
Pero, fuera de toda esta pretensión y confusión eclesiástica, Él está reuniendo su iglesia. Este fue Su plan desde el principio. Simón ha contado como Dios visito por primera vez a los gentiles, para tomar de ellos pueblo para Su nombre. Hechos 15:14 El nunca esperaba convertir al mundo, ni siquiera una ciudad entera. Sin embargo, El tendrá un pueblo unánime. La verdadera iglesia pronto se habrá ido. Ellos están esperando la llamada, a la espera de la trompeta sonando para llamarlos a casa. La unidad prevalecerá en el cielo y después en la tierra también. La discordia, la contienda y la división irán en descenso con Satanás al infierno, Él es el autor de la confusión; pero Jesús es el autor de la paz y la unidad.