Sean todos nuestros hermanos y hermanas bienvenidos.
La Justificación
El evangelio revela tres cosas: 1-El poder de Dios (Romanos 1:16). La habilidad de Dios para desarrollar un plan de salvación para el hombre. El poder de Dios no solamente para salvar sino para quebrantar el poder de Satanás, este poder es para todo aquel que cree. 2-La justicia de Dios (Romanos 1:17). La oferta de Dios es la salvación por fe a todo el que cree, sin distinción de persona, todos pecaron declara y establece un camino en el cual todos pueden ser salvos sin distinciones. Al que cree le será imputada la justicia de Dios por fe y para fe. 3-Revela la ira de Dios (Romanos 1:18). El castigo de Dios para aquellos que rehúsan creer y aceptar su justo plan.
Justificación por la fe
La inmensa mayoría de los que han creído en Cristo Jesús hoy no entienden lo que es la justificación por la fe; sin embargo, después de la redención es la doctrina más importante del nuevo testamento, porque sin justificación no hay salvación y a causa de ignorar lo que esto es, el creyente vive luchando con su propia fuerza para tratar de dejar de hacer todo aquello que Dios dice que no haga y esto es algo que nunca se va a lograr ¿Por qué? Porque el hombre o la mujer que han creído en Cristo necesita entender que han sido justificados, y que ya no son pecadores, “aleluya”, un pecador jamás va a santificarse. Hay un pasaje repetido cuatro veces en la Escritura: uno en el antiguo testamento (Habacuc 2:4) y tres veces en el nuevo testamento (Gálatas 3:11; Hebreos 10:38 y Romanos 1:17) “El justo por la fe vivirá”. Muchos creyentes piensan que el significado de esto tiene que ver con que Dios va a proveerles de cuantas cosas ellos necesiten, aunque no tengan recursos para comprarlo, y esto es verdad para los que tienen fe; pero su verdadero significado es que el que ha creído en Cristo Jesús, vivirá la nueva vida que Dios ha imputado por medio de su espíritu santo cuando hemos creído.
Romanos 3:21-26 dice: “Pero ahora, aparte de la ley se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y los profetas; la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia, por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados, con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús”
El apóstol Pablo habla estas palabras después de haber dicho en el verso 20 que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado, es decir que cierra el veredicto de Dios para con el hombre: Culpable, y en el verso siguiente dice: “Pero ahora” ¡Que palabra esta! Aquí Pablo abre una puerta a la esperanza para todos los que tienen fe en la obra consumada por Cristo en la cruz. Pablo dice que aparte de la ley se ha manifestado la justicia de Dios, es decir que la ley no queda anulada, la ley tiene que ver con las obras del hombre; pero aquí Pablo dice que Dios ha hecho algo nuevo: se ha reunido la corte del cielo y Dios a todo aquel que ha creído en su plan de salvación lo ha declarado justo.
Justificación significa cambio de posición, antes éramos pecadores y ahora somos justos. Esta palabra Justificar es tomada de lo judicial cuyo significado es absolución, es decir, que es declarado libre de culpa y cargo. Ahora, esto es algo que ningún hombre puede atribuirle a otro mortal como él, damos un ejemplo: alguien mata una persona, luego él es detenido y es llevado a corte para comparecer ante el juez. Los jurados se reúnen para pronunciar el veredicto contra tal persona y mientras estudian el caso, ellos piensan que ese crimen no estuvo premeditado; examinan su conducta, su familia y resuelven declararlo libre, entonces lo dejan ir en libertad; pero para los familiares a quien el mato sigue siendo un asesino. El juez lo declaro libre, pero no pudo declararlo justo, pues él había matado. Pero Pablo dice que ahora se ha manifestado la justicia de Dios y dice testificada, es decir, que de esto son testigos la ley y los profetas; lo que Pablo declara está de acuerdo con el resto de la escritura.
Ahora miremos, Pablo dice que somos justificados gratuitamente, es decir que Dios no ha encontrado otra forma de justificar al hombre que no sea por gracia y por fe, por cuanto este fue hallado sin mérito alguno para obtener esta salvación. Entonces vemos que el hombre es justificado por la fe y no por sus obras, por eso para apoderarse de esta verdad gloriosa el hombre tiene que creer, así como creyó y acepto el veredicto de Dios de culpable, ahora que se ha lavado en la sangre de Cristo debe creer lo que Dios dice de él, que por cuanto se arrepintió y creyó que Cristo pago su deuda, le es dada una nueva posición en Cristo y le es imputada su justicia, esto es algo que se obtiene solamente por la fe.
¿Saben cuántos enseñan hoy de que somos pecadores? El diablo tiene engañados a miles para que no se apoderen de esta bendición por cuanto él tiene poder sobre el hombre viejo y nunca sobre el hombre nuevo; él trata por todos los medios de que no crean a esta verdad de la palabra de Dios, porque aquel que por la fe se declara justo como Dios dice, el diablo no tiene más autoridad sobre él, porque el hombre nuevo que es Cristo Jesús lo ha vencido para siempre. Como hemos dicho antes, la doctrina de la justificación es de vital importancia, sin embargo, se habla tan poco en las congregaciones y a causa de esto es que la iglesia no puede mostrar a Cristo con su conducta.
Ahora ¿Como mira Dios al que ha creído que fue justificado? Para Dios es como que, si nunca hubiera pecado y lo que es más tremendo todavía, como si nunca fuera a pecar, esto es algo que los carnales en vez de gozarse cuando lo oyen se espantan, porque de esta manera ellos no tienen más argumento para seguir pecando y se levantan a discutir de que esto no es así. Pero es la verdad gloriosa de la palabra de Dios y si Dios nos ha dado una posición en su hijo Jesucristo, todo lo que es Cristo somos nosotros para Dios. Dios nos mira en Cristo y Cristo nunca peco y tampoco va a pecar, Él es nuestra cabeza, nuestro representante delante de Dios y su justicia es nuestra justicia; antes nuestro representante era Adán y ahora es Jesucristo. El Apóstol Pablo dice que somos salvos por gracia. Gracia es un estado de aceptación donde se entra solamente por la fe. Gracia es el favor inmerecido de Dios para con el hombre, por la gracia de Dios y por la fe, el hombre puede ser conformado a la imagen de su hijo (Romanos 8:29).
Miremos entonces, si hemos sido justificados y somos el hombre nuevo, nos miramos y vemos que tenemos dos naturalezas: una carnal, la vieja y una espiritual, la nueva. Nosotros nos miramos y aparentemente somos el mismo de siempre, pero para Dios somos el hombre nuevo; en Cristo Jesús, Dios ha matado a toda la raza adánica, así que nosotros por la fe hemos sido sepultados con él en el bautismo y resucitados para una vida nueva (Ro. 6:3). Así que nosotros como dijimos, tenemos dos naturalezas: una carnal y una espiritual y Dios nos manda a vivir la vida espiritual que él nos ha regalado. Nosotros estábamos muertos espiritualmente, pero hemos sido vivificados por su espíritu. Como hombre nuevo queremos hacer la voluntad de Dios, obedecerle, amarle y servirle: pero descubrimos que tenemos una gran oposición en la carne.
El apóstol Pablo dice: Andad en el espíritu y no satisfagáis los deseos de la carne (Gal. 5:16), esto significa que la carne va a tratar de esclavizarnos nuevamente por cuanto ella no se sujeta a la ley de Dios ni tampoco puede (Ro. 8:7). Cuando el creyente entiende que tiene dos naturalezas y que él no es más el hombre viejo se separa y mira y ve al hombre viejo que va con él a todos lados y que trata por todos los medios que le obedezca en todos sus deseos; pero como por la fe hemos creído que somos el hombre nuevo no le obedecemos, es decir que tener un mal deseo no es pecado, el pecado es cuando obedecemos a los deseos de la carne. Si creemos que hemos muerto y que hemos nacido de nuevo, nos hemos libertado de la culpabilidad del pecado, porque el que es nacido de Dios la simiente de Dios permanece en él y no puede pecar (1 Juan 3:9).
¿Saben cuántos que han creído, por no entender estas cosas son esclavos? Hoy en la iglesia se denuncia lo malo, pero no se enseña cual es el remedio para dejar de hacerlo, los que no entienden que tenemos dos naturalezas pasan la vida culpándose; sin embargo, Dios los ha libertado; pero están como aquel preso cuyo carcelero le anuncia que ha terminado su condena y se puede ir, pero no le abre la puerta de la celda. Así están los creyentes que no entienden esto y a causa de esto no habrá un verdadero avivamiento en la iglesia. El verdadero avivamiento comienza en el interior del creyente cuando entiende esta verdad gloriosa y maravillosa de la palabra de Dios. Si usted le pregunta a un hermano o hermana si es justo, le contesta con un rotundo no, sin embargo, el apóstol Pablo en 2 Corintios 5:21 dice: “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él”
Aquí claramente la palabra nos enseña que nos fue imputada la justicia de Dios, pero esto se revela por fe y para fe (Ro. 1:17), significa que cuando creemos a la palabra de Dios ella nos es revelada y así podemos apoderarnos de esta bendición. El que no cree no puede recibir la luz para entender esto, como el justo vivirá por la fe, la vida nueva no puede ser desarrollada en aquellos que no creen.
En Gálatas 5:19-21 dice: “Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicería, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgias, y cosas semejantes a estas” Y continua: “Mas el fruto del espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley”. Gálatas 5:22-23
Aquí el apóstol Pablo nos muestra claramente las dos naturalezas: la carnal y la espiritual, y dice que los que practican las obras de la carne no heredaran el reino de Dios, y nos muestra el fruto del espíritu que son las virtudes de la vida nueva que Dios nos ha regalado. Ahora, si nosotros no creemos que tenemos esta vida nueva, sus virtudes no serán desarrolladas y viviremos una vida sin crecimiento espiritual, esforzándonos por tratar de santificarnos, cosa que nunca lograremos porque la santificación no es obra de hombre sino del espíritu de Dios.
¿Por qué hemos sido justificados?
La pregunta es ¿cómo es que Dios pudo justificarnos habiendo sido nosotros pecadores sin que su trono y su justicia reciban la más mínima mancha? Que Dios nos haya perdonado es una cosa, pero que nos haya justificado es algo que en la mente del hombre natural no se puede llegar a entender. En el tiempo antiguo Dios perdonaba a todos aquellos que habiendo pecado y que pertenecían a su pueblo cuando ofrecían el sacrificio según la ley. Ellos ofrecían un animal inocente y cuando este se consumía recibían el perdón, pero nunca la justificación. Por eso el sumo sacerdote tenía que entrar en el lugar santísimo una vez al año para ofrecer la sangre de los sacrificios por él y por el pecado del pueblo haciendo memoria de ellos (He. 10:3), pero sin embargo la Biblia dice que Cristo con un solo sacrificio hizo perfecto para siempre a los santificados, es decir a los que han creído (He. 10:14).
Entonces vemos que Dios no solamente nos ha perdonado, sino que nos ha justificado, la justificación va mucho más allá del perdón. Dios no nos ha justificado porque él haya mirado a sus criaturas y viendo su ruina nos haya perdonado, haciendo uso de su misericordia; Si esto fuera así, el diablo se presentaría también para ser perdonado por la misericordia de Dios, pero sin embargo esto no es así, Dios nos ha justificado porque su ira contra el pecado fue saciada en la persona de nuestro Señor Jesucristo. Cristo fue a la cruz disfrazado de Adán, Adán era el culpable, pero Cristo en la cruz fue el sustituto de Adán y de todos los hombres. Dios cargo en el todo el pecado del mundo y cuando todo el pecado estuvo sobre él, Dios lo hizo a él PECADO, es decir, que Cristo murió como el culpable de todo el mal de este mundo, esto es verdad, el bendito fue hecho maldito. Entonces vemos que el plan de Dios para salvar al hombre es perfecto y nadie puede objetarlo, si esta tarea le hubiera sido encomendada a todos los sabios y filósofos de todas las épocas, aún estarían reunidos sin poder lograrlo, pero la salvación para los hombres es un plan perfecto de la mente y la infinita sabiduría de Dios. Veamos en Romanos 3:27-31: “¿Dónde, pues, está la jactancia? Queda excluida. ¿Por cuál ley? ¿Por las de las obras? No, sino por la ley de la fe. Concluimos, pues, que el hombre es Justificado por la fe sin las obras de la ley ¿Es Dios solamente Dios de los judíos? ¿No es también Dios de los gentiles? Ciertamente, también de los gentiles porque Dios es uno, y el justificara por la fe a los de la circuncisión, y por medio de la fe a los de la incircuncisión ¿Luego por la fe invalidamos la ley? En ninguna manera, sino que confirmamos la ley”
El apóstol Pablo pregunta: ¿Dónde está la jactancia? Todo aquel que ha sido justificado debe entender que no había merito alguno en nosotros para alcanzar esto. Pablo dice que la jactancia del hombre queda excluida. El apóstol hace otra pregunta: ¿Por cuál ley, por la ley de las obras? Dice que no, sino por la ley de la fe ¿Qué significa ley de las obras y ley de la fe? La ley de las obras es cuando el hombre dice: porque yo fui, porque yo oré, porque yo invertí, porque yo lo hice; exalta al hombre y excluye a Dios. La ley de la fe es cuando se dice: Dios lo hizo, Dios lo mando, Dios lo levanto, Dios lo sano; Excluye al hombre y exalta a Dios. También el apóstol Pablo afirma: concluimos pues, como diciéndonos vamos a terminar con todo esto, el hombre es justificado por la fe sin las obras de la ley; pero esto no significa que la ley queda excluida, sino que confirmamos la ley porque en el nuevo hombre es donde están todas las virtudes de la vida de Cristo, nosotros por amor a él podemos cumplir la ley de Cristo y mucho más. El que no acepta la gracia como don de Dios para su justificación queda bajo la ley. La fuente de la justificación es la gracia de Dios y la base es Jesucristo. Dios trata al pecador como una persona justa, el Señor Jesucristo ha ganado esto para el pecador en la cruz del calvario. Teniendo este conocimiento, que la fuente de justificación es la gracia de Dios y la base el señor Jesucristo, los que hemos creído tenemos la seguridad de que toda esta bendición será una realidad en nuestras vidas si la queremos, es decir, si la anhelamos y la deseamos sabemos que Dios desarrollará todo esto en nosotros.
Los que creemos que somos justos podemos practicar y vivir una vida de justicia, esta es la fórmula para dejar de pecar. Cuando practicamos la vida de justicia, es decir, cuando hacemos todo aquello que Dios nos manda hacer que son las obras del hombre nuevo: el amarnos, ayudarnos, el ser humilde, etc., las obras de la carne se quedan sin ejercicio y sus pasiones se mueren, cuando tratamos por nuestros medios dejar de hacer lo malo para recién hacer lo bueno es cuando fracasamos, porque el hombre no puede regenerarse a sí mismo, sino que es obra del Espíritu Santo de Dios. Cuando en nosotros se manifiestan las obras de la carne ya sea: celos, gritería, malos deseos o algunos de todos los ingredientes que Pablo enumera en Gálatas 5:21, debemos rechazarlas porque no son nuestras, pues el hombre nuevo nacido de Dios no puede tener malos deseos ni malos pensamientos.
Esta es nuestra defensa: Dios dice que el hombre nuevo no puede pecar y nosotros debemos creerle, un ejemplo: cuando usted tiene un mal pensamiento ¿de quién es? ¿Es del hombre nuevo o del hombre viejo? Si usted se atribuye este mal pensamiento, está diciendo dos cosas; que el hombre nuevo peca o que el hombre viejo está vivo, y la biblia dice que el hombre nuevo no peca (1 Juan 3:9) y que el hombre viejo murió (Ro. 6:3) por eso el justo vivirá por la fe. Está escrito en Romanos 12:21 “No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal” Aquí hay algo que debemos entender: Dios nos ha dejado en la carne; si nos miramos vemos que está ahí con todos sus ingredientes; pero sin embargo Dios dice que el hombre viejo murió. Cuando entendemos estas cosas, vemos que la iglesia no vive por la fe. La fe es creer lo que Dios dice a pesar de lo que nuestros ojos ven; no es por vista sino por fe. Dios nos ha dejado en esta carne y su gloria es que nosotros estando en ella vivamos la vida de Cristo, es decir, el sistema de vida del cielo.
Nuestro deseo y oración es que todo aquel que lea estas palabras, el Señor Jesús lo ilumine de tal manera para que entienda que su confianza debe estar en la obra consumada por Cristo en la cruz y de esta manera obtener la libertad gloriosa que Dios ha dado a todos los que tienen fe en la sangre de Jesucristo.
“Así que, si el hijo os libertare, seréis verdaderamente libres” AMEN…
El ejemplo de Abraham y David
Romanos 4:1-8: “Que, pues, diremos ¿qué hallo Abraham, nuestro padre según la carne? Porque sí Abraham fue justificado por las obras, tiene de que gloriarse, pero no para con Dios. Porque ¿qué dice la escritura? Creyó Abraham a Dios, y le fue contado por justicia. Pero al que obra, no se le cuenta el salario como gracia, sino como deuda; más al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia. Como también David habla de la bienaventuranza del hombre a quien Dios atribuye justicia sin obras, diciendo: Bienaventurados aquellos cuyas iniquidades son perdonadas, y cuyos pecados son cubiertos. Bienaventurado el varón a quien el Señor no inculpa de pecado”
En este punto de su carta, el apóstol Pablo se detiene en su argumento para llamar a dos grandes hombres de la biblia como testigo: Abraham y David, porque ellos son ejemplos de la gracia en el plan de salvación. A ambos fueron dadas promesas especiales tocantes a Cristo. Abraham, como simiente a través de la cual serian benditas todas las naciones y a David como rey, la simiente que reinaría sobre las naciones. “Abraham fue llamado amigo de Dios”. (Stgo. 2:23) “David corazón conforme a Dios”. (Hech. 13:22) Si algún hombre tuviese de que jactarse por el trato soberano y maravilloso de Dios con él, estos hombres ciertamente lo tendrían; por eso sus testimonios son importantísimos. Abraham es el primero en ser llamado a dar testimonio ¿Qué tiene el que decir con respecto a su justificación delante de Dios? Si él fue justificado por sus obras, deseamos saberlo, pues él tenía algo de que jactarse en aquel entonces; decía Pablo. Pero ¿Qué es lo que afirman las escrituras? “Creyó Abraham a Dios y le fue contado por Justicia” Romanos 4:3
Como podemos ver, Abraham fue justificado porque creyó y no por sus obras, esto nos muestra que la justificación es por gracia y por fe. Este es el problema de hoy en la iglesia, que a los creyentes se les hace difícil creer que Dios nos haya justificado solamente por la fe. Esto es a causa de que esta doctrina de la justificación ha sido prácticamente excluida de la iglesia, pero ella es la más importante después de la redención. Luego sigue David, el con ánimo resuelto y temerario en su testimonio exclama: “Bienaventurado el varón a quien el Señor no inculpa de pecado” Romanos 4:8
Cuando yo no entendía la doctrina de la justificación, una vez leyendo este pasaje del Salmo 32, me preguntaba ¿Quiénes serán a los que el Señor no inculpa de pecado? Y no sabía que yo mismo era uno de ellos. Cuando entendí esto, lloré delante del Señor y le agradecí por la obra consumada por Cristo en la cruz. Entendí que había sido justificado no por mis obras, sino por la obra de Cristo, eso me trajo libertad, gozo, paz y seguridad. Cuando creemos a esta verdad gloriosa de la palabra de Dios, experimentamos el gozo que produce la libertad de la culpabilidad del pecado. Entonces podemos entender el verdadero valor de haber sido justificados.
Honremos a Dios creyendo lo que él dice acerca de lo que hemos recibido: que ahora somos sus hijos y que los cielos están abiertos para recibir toda bendición espiritual con la cual nos bendijo en los lugares celestiales en Cristo (Efesios 1:3). Con seguridad esto es suficiente para convencer a cualquiera que Dios jamás hubiera tenido otra manera para la justificación que no fuera por gracia y por fe.
Génesis 15:6 – Romanos 4:16 – Salmo 32:1-2 La justificación sigue inmediatamente a la fe, se le otorga no al que obra, sino al que cree.
Les saludo en el amor de Jesucristo. Amen.
Pastor Juan Avellaneda
NOTA: Recomendamos leer completo, el Capítulo 4 de Romanos.