Sean todos nuestros hermanos y hermanas bienvenidos.
He aprendido, he sido enseñado
Pastor Pablo A. Florian
“¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti nada deseo en la tierra”. Salmo 73:25
Hablando de las etapas, vimos que estas etapas son ordenadas y consecutivas. Adonde lo vimos, en el Evangelio de Juan donde dijo Jesús a los judíos que habían creído en Él, donde vemos todo ese proceso; “si vosotros permanecieran en mi Palabra, seréis verdaderamente mis discípulos y conoceréis la verdad y la verdad os hará libre”. No libre del Diablo, libre del yo, libre del poder del pecado. Libre de todas esas cosas que uno no quiere hacer para agradar a Dios.
El ejemplo práctico, lo vemos en el libro de los Romanos, capitulo 6, verso 17, en donde dice: “aunque erais esclavo del pecado, habéis obedecido de corazón a un conjunto de enseñanzas, y libertados del pecado, viniste a ser siervo de la justicia”. Ahí muestra el ejemplo práctico. ¿Qué es lo que llevo a los hermanos, que eran esclavos del pecado? Eran esclavos del pecado y los lleva a ser libre del poder del pecado. ¿Cuál es la clave? Que obedecieron de corazón a las doctrinas, o al conjunto de enseñanzas.
Entonces vemos que hay muchas formas de obedecer. Hay obediencia que es por obligación, obediencia por conveniencia, obediencia porque me dijeron o porque me pidieron. Pero esta es una obediencia de corazón. Es diferente a las otras, es una obediencia que surge de haber entendido algo que uno no entendía y que produce algo tremendo. Porque haber entendido algo que uno no entendía, cambia totalmente la visión acerca de algo.
Es algo que pasa en el corazón, la obediencia surge del corazón. Porque nos hablaron algo que nos hizo entender algo que no lo entendíamos así, y al entenderlo de otra manera, nos cambió la visión, y al cambiarnos la visión, pone otro rumbo a nuestras vidas. Eran esclavos del pecado, ahora son siervos de la justicia porque fueron libertados del pecado, porque obedecieron de corazón.
Así que no se trata de que le dijeron, anda y hace esto, no, se trata de que las enseñanzas produjeron una renovación del entendimiento que dio una nueva visión. Pablo, por ejemplo, iba camino a Damasco prendiendo a los cristianos, y él dijo: “Yo creí mi deber hacer cosas contra el nombre de Jesús de Nazaret”. Él tenía un pensamiento, tenía una visión y su rumbo de vida era de acuerdo a la visión que tenía. Cuando se manifiesta la revelación de la verdad, cambia su pensamiento, y al cambiar su pensamiento tiene una nueva visión a cerca de las cosas, y pone un rumbo diferente a su vida. Ahora muere por aquello que antes perseguía.
“Habéis obedecido de corazón”. No es una forma de obediencia cualquiera, es una obediencia que surge de haber entendido algo, que nos dio una visión nueva y pone un rumbo nuevo a nuestras vidas. El salmista dijo, por ejemplo: “A quien tengo yo en los cielos, sino a ti; fuera de ti nada deseo en la tierra”.
Nos preguntamos, ¿Qué mira? ¿Qué entendió? Porque, por ejemplo, en la enseñanza de ayer decíamos; John Lennon dijo: “¿Qué hay arriba? Estrellas, nada más”. Él lo vio así, y el rumbo de su vida era por causa de lo que el entendía, de lo que vio. Pero este otro dijo: “A quien tengo yo en los cielos, sino a ti; fuera de ti nada deseo en la tierra”.
Que tremendo eso que entendió, y lo que vio. Y lo lleva a un cambio tremendo de rumbo en su vida. Si vemos, la gente se mata por las cosas materiales. Como es que este dice: “A quien tengo yo en los cielos, sino a ti; fuera de ti nada deseo en la tierra”. Si nos preguntamos nosotros, lo que él tenía, lo tenía en el cielo y era Dios, y fuera de Dios no deseaba nada en la tierra.
Lo que nosotros tenemos, ¿A dónde lo tenemos? ¿En el cielo, o en nuestro corazón? ¿Qué es lo que realmente tenemos? ¿Entendemos lo que tenemos? ¿Tenemos una visión clara de lo que tenemos, para que en base de lo que tenemos, que vemos, poder poner rumbo a nuestras vidas? Seguramente que no, por eso tenemos tantos problemas, por eso Dios nos habla de esta manera.
Lo que entendió, le costó mucho entender. Repito, lo que entendió, le costó mucho entender. Por eso dice el verso 16: “Cuando me puse para entender esto, fue duro trabajo para mí”. Lo que entendió le costó muchísimo entender, no le fue fácil entender. Por eso el clama: “Cuando me puse para entender esto, fue duro trabajo para mí”. Y lo que el entendió, que le costó mucho, es algo que arrastra a las multitudes en el mundo.
Que es lo que dice aquí: “En cuanto a mí, casi se deslizaron mis pies; Por poco resbalaron mis pasos. Porque tuve envidia de los arrogantes, Viendo la prosperidad de los impíos. Porque no tienen congojas por su muerte, Pues su vigor está entero. No pasan trabajos como los otros mortales, Ni son azotados como los demás hombres. Por tanto, la soberbia los corona; Se cubren de vestido de violencia. Los ojos se les saltan de gordura; Logran con creces los antojos del corazón” Y en el verso 12 dice: “He aquí estos impíos, Sin ser turbados del mundo, alcanzaron riquezas”
Eso entendió él, se puso a mirar a la gente que no conocen a Dios, que desobedecen a Dios, a ver a los malos como prosperan, a ver al impío como prospera y se puso muy mal. No se puso a mirar lo que tenía, lo que tenía lo descubrió después. Él estaba mirando otra cosa, él tenía un pensamiento errado, que generaba un pensamiento errado que lo lleva a decir esto: “Verdaderamente en vano he limpiado mi corazón, Y lavado mis manos en inocencia”. No sirvió para nada: “Pues he sido azotado todo el día, Y castigado todas las mañanas”
Entendía que el malo hacia lo que quería, y que prosperaba y se hacían rico. Y que no valía la pena acercarse a Dios. ¿Para que limpie mis manos en inocencias, si al final estoy sufriendo todos los días? Voy de mal en peor. Pero después se detuvo, y pensó, que es lo que muchas veces nosotros tenemos que hacer. Se detuvo y pensó, no, pero esto no puede ser así. Por eso dice: “Cuando pensé para saber esto, Fue duro trabajo para mí. Hasta que, entrando en el santuario de Dios, Comprendí …”.
Oh, hasta que, entrando a la Presencia de Dios, entendí. Cuando entendió, tiene una nueva visión a cerca de esta situación, que lo lleva a obedecer de corazón. Cuando entendió, cambia su visión de lo que él estaba mirando. Por eso es que es muy tremendo entender esto. Porque cuando nos gobiernan pensamientos errados, nos están llevando y generando en nosotros sentimientos errados que nos atormentan, y tenemos que pensar que estamos tremendamente equivocados de cómo estamos entendiendo, viendo y analizando las cosas de las que no nos podemos librar.
Hasta que, entrando a la presencia de Dios, entendí. Ahora entendió, y porque entendió vio otra cosa. El verso 18 dice: “¡Cómo han sido asolados de repente! Perecieron, se consumieron de terrores. Como sueño del que despierta, Así, Señor, cuando despertares, menospreciarás su apariencia”. Ah, ahora ya no era como decía, ya no pensas lo mismo. No, porque tuve la revelación de un misterio en la presencia de Dios. Entrando a la presencia de Dios, en el lugar santísimo donde no hay lenguaje, ni palabra. Ahí es solamente la revelación que Dios pueda producir en nuestro corazón, y nos da ese conocimiento, ese entendimiento revelador nuevo que nos coloca con otra visión a cerca de las cosas.
No eran bienaventurados los impíos porque prosperan y hacen plata, ¡no! Ahora entiendo otra cosa, sus pies fueron dados al resbaladero, y como fueron asolados de repente. Como cambio la cosa. Es tremendo mis amados hermanos, la diferencia entre el pensamiento errado humano que tenemos, a adquirir un pensamiento verdadero a cerca de las cosas. Es impresionante la diferencia de la visión del pensamiento errado al pensamiento verdadero. Es impresionante la diferencia del sentir, que genera el pensamiento errado al pensamiento verdadero. Con pensamientos errados, con pensamientos engañosos, jamás seremos felices. Jamás seremos felices. Porque la felicidad lo genera, lo produce la verdad. Pero tenemos que pensar en que pensamos.
Es tremendo lo que genera un pensamiento equivocado. Y la gente vive con pensamientos equivocados y visiones erradas, a cerca de las cosas que dan un rumbo en sus vidas. Pero cuando este, entra a la presencia …; por eso les digo, que los que se están congregando todos los cultos; que Dios les habla y les revela algo, con dificulta van a saltear este tiempo final. Pero los que no se congregan están perdidos, no tienen chance, no van a poder, les será imposible.
Porque es necesario, “hasta que entrando en Su santuario”. Significa que se tomó un tiempo, significa que estuvo mirando, significa que fue un duro trabajo para el entender como verdaderamente son las cosas. No podía ser así. Cuando lo miro, dijo, no pueden ser las cosas como pienso, no puede ser así. No las entendía, se estaba volviendo loco. Hasta que, entrando, fue un trabajo tremendo poder entender.
La revelación por la Fe, es un duro trabajo. ¿Por qué? Porque peleamos nosotros con nuestros pensamientos y con lo que queremos. Lo que pensamos genera sentimientos, los coloca en un rumbo y nos llevan hacia un destino, a la revelación de este misterio, y la obediencia de corazón en él. ¿Que entendió esto nuevo que le dio otra visión? Les puso rumbo a las cosas. Verso 24: “Me has guiado según tu consejo, Y después me recibirás en gloria”. Verso 27: “Porque he aquí, los que se alejan de ti perecerán; Tú destruirás a todo aquel que de ti se aparta”. Ahí tienen una visión clara y un rumbo claro, de uno y de otro.
Entendió y vio lo que tenía. Por eso dice: “¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti nada deseo en la tierra”. Ah, ahora cambio la cosa. Lo que nos hace más felices no es la necesidad de tener más, sino la necesidad de descubrir lo que, por medio del Evangelio, ¡tenemos! Eso es lo que le pasó a él. “Me agarro envidia de los arrogantes, viendo la prosperidad de los impíos, se llenan de plata y su lengua pasea la tierra, meten su boca contra el cielo, casi me pego una patinada” Se puso mal.
Hasta llego a hablar en contra del plan de Dios; ‘Para que me voy a congregar si es todo lo mismo’. Es más, no te congregas, te portas mal con el Señor, le das la espalda, y creces como una flor. No, no, no, esto no puede ser así. Voy a entrar a la presencia de Dios, pero fue duro trabajo para mi entender.
Escuchen, quiero que entendamos nosotros, que a veces no es fácil entender, sino hacemos un esfuerzo nosotros por poder entender lo que Dios le hizo entender. No te hace más feliz la necesidad de tener más, sino que te hace más feliz el hecho de descubrir lo que ya tenés. Lo que por medio del Evangelio nos ha sido dado. En eso consiste.
Es un error pensar; ‘cuanto más tengo, más disfruto, cuanto más disfruto más feliz soy’. Es mentira, no es así. Nunca va a ser feliz con el saldo de la cuenta corriente que tenga en el banco. Olvídese, sino por lo que Dios le dio. ¿Y qué es lo que Dios me dio? ¿Dónde está lo que Dios me dio? Se da cuenta que no lo entiende. Se da cuenta que no lo ve. El tema no es dejar de preocuparse. El tema es preocuparse por algo diferente. Que cuando Dios nos habla, entendamos.
De donde surge haber entendido. Unos dicen: ‘para que mirar al cielo si no hay nada’. Pero él dice: “¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti nada deseo en la tierra”. Y el que lo dijo, tenía dinero. No era un pobre el que lo dijo. Era unos de los jefes, el que escribió el Salmo de Asaf. No eran gente pobre. No es que dijo así porque no tenía para tomar o comer, era gente que económicamente estaba bien. Pero miren el concepto que tenían. “¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti nada deseo en la tierra”. Ahí es cuando Dios le da. ¡Gloria a Dios!
Este es un tema que no es fácil entenderlo. Leamos, miren. Proverbio, capitulo 30, verso 8 dice: “No me des pobreza ni riquezas; Mantenme del pan necesario; No sea que me sacie, y te niegue, y diga: ¿Quién es Jehová? O que, siendo pobre, hurte, Y blasfeme el nombre de mi Dios”. Miren lo que dijo, no me des mucho para que no me olvide de ti, no me des poco, para que no blasfeme de ti. O sea que su situación, o su relación con Dios, depende del dinero que tenga en el bolsillo. O sea que su situación o relación con Dios, dependen de cosas externas que van y vienen.
Esto no puede ser así. Nuestra relación con Dios, nuestra felicidad, nuestro contentamiento, nunca pueden depender de cosas externas que van y vienen, sino de algo interno. Este lo tenía en los cielos, nosotros lo tenemos en nuestro corazón, ¡a Cristo! ¿Por qué él dijo así? Porque él lo entendió así y lo vio así.
¿Cuál es el sueldito promedio? 20, 25 o 30, Señor dame eso. No me des un sueldo de 100, pero ni tampoco de 10 porque no me alcanza. Si haces que me paguen 22, 25, ni me aparto de ti, ni blasfemo de ti. O sea que su relación depende, y el ser humano es así, su relación con Dios y su felicidad, depende de cosas externas. Porque eso es que nunca es feliz. Por eso dice: “miro Dios sobre la tierra a ver si había un justo”. No había ni uno.
Sin embargo, el apóstol Pablo, miren lo que dice en Filipenses, capitulo 4, verso 11: “No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre …” Por tener mucho o para tener necesidad, estoy contento lo mismo. He aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación.
O sea que cualquiera que sea la situación, o a cualquier lugar que Dios me mande, cualquiera sea mi situación económica, cualquiera que sea mi situación de salud, cualquiera que sea mi situación de problemas, no altera mi contextura. He aprendido a contentarme con algo que no depende de lo exterior, con algo que depende de Dios, con algo que depende de lo interior, con algo que depende de lo que Dios me ha dado, y nadie me lo puede robar, ni gastar, ni quitar ¡nunca jamás!
Las situaciones, no hacen a que yo esté amargado o este contento. Dice, ¡he aprendido! La pregunta es, ¿le habrá sido fácil haber aprendido? Seguro que no. Como a nosotros también igual. Seguro que fue un duro trabajo para él. Porque en el Antiguo Testamento el hombre hablando dice; ‘no me des mucho, ni me des poco, porque me hecho a perder’.
Este le dice; ‘¿cuál es el problema de que me des mucho o que me des poco? Yo he aprendido a contentarme, cualquiera que sea la situación. Leamos: “No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado …”. ¿Por qué aprendió? Porque le enseñaron. Y lo más tremendo de todo, que esa palabra, “enseñar”, la palabra del original griego, “enseñado”, significa, “iniciado en el conocimiento de los misterios de Dios”.
“He aprendido”. ¿Por qué? Porque me enseñaron, me he iniciado en el conocimiento de los misterios de Dios. Y cuando me he iniciado en el conocimiento de los misterios de Dios, los misterios de Dios me han dado un conocimiento, un entendimiento tremendamente revelador que me ha cambiado la visión. Ahora no importa si tengo mucho, si tengo poco. Ahora he aprendido a contentarme cualquiera que sea mi situación, porque mi felicidad, mi estar contento, mi contentarme, no dependen de cosas externas, depende de lo que ya el Evangelio me dio, de lo que yo tengo. La pregunta es. ¿Qué entendió, que vio?
Ayer en el culto veíamos. El mismo Pablo le trataba de hacer entender a Timoteo lo que no entendía. Le dice: “Timoteo, gran ganancia es la piedad, acompañada de contentamiento”. Dos cosas. “Gran ganancia”. Ahí, ‘gran ganancia’, significa mucha prosperidad, mucho crecimiento en riquezas, es lo que significa. ¿Qué es? Esas dos cosas, la piedad, acompañada de contentamiento. Porque significa que entendiste algo.
Ahora bien, pongan atención. “Gran ganancia es la piedad, acompañada de contentamiento”. Y nos preguntamos a nosotros mismos mirándonos al espejo y decimos. ¿Qué entendemos de esto, como lo vemos? ¿Cómo es que él lo vio así, que entendió? Porque muchos de nosotros decimos, ‘gran ganancia es la piedad’, pero la piedad; la piedad a mí no me da de comer. Así dicen todos.
Sin embargo, dice, ‘gran ganancia es la piedad’. O sea, la obra que Dios está haciendo dentro mío, en mí; que está desarrollando la vida de Cristo en mí, eso que tengo adentro mío, es lo que hace que yo este contento cualquiera que sea la situación. Dice que es una gran ganancia acompañada de contentamiento. Porque nada trajimos a este mundo, ni nada podemos sacar. Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con eso y nada más, que fue añadido.
Porque el objeto de nuestro contentarnos, no es si tenemos sustento y abrigo, o si tenemos mucho más que eso. Es la piedad, es la obra que Dios está haciendo adentro mío, es la obra que Dios está desarrollando con Cristo, el carácter de Cristo dentro mío. Pero los otros no lo entendieron así. Porque en el verso 9 dice; ‘Porque los que quieren enriquecerse, caen en lazos y en tentaciones y en muchas codicias necias, que hunden a los hombres en destrucción y perdición’.
‘Porque la raíz de todos los males, es el amor al dinero’. Como otros que no se conforman a las sanas palabras de nuestro Señor Jesucristo, ni a la doctrina que produce piedad. Están envanecidos, deliran, nada saben, no entienden nada. ¿Por qué? Porque están privado de la verdad. Hombres corruptos de entendimiento, privados de la verdad. ¿Como van a obedecer de corazón? Toman la piedad como fuente de ganancia. ¿Cómo van a hacer una cosa así, que entienden? Lo ven así, lo ven así.
Lo ven así, ven el Evangelio como un gran negocio. Muchos lo ven así. Yo lo digo delante de Dios, y Dios es testigo. ¡En mi vida, he visto el Evangelio como gran negocio! Porque si yo quiero hacer un gran negocio, me junto con mi hermano y me pongo a fabricar sillas de vuelta otra vez. Eso es negocio. El Evangelio para mí no es un negocio, es un negocio de Dios que tiene que ver con otra cosa.
Pero, ¿por qué unos lo ven así y otros lo ven de otra manera? Porque entienden diferente. Para ellos las cosas son así. Y viven atormentados, son traspasados de muchos dolores, viven atormentados, y ¿por qué? Porque el pensamiento errado genera una visión errada, y el engaño nunca puede contentar, jamás. Adonde vio que el engaño y la mentira trae alegría, gozo y felicidad, ¡nunca! Es la verdad lo que lo trae. Pero no la verdad que está escrita en la Biblia. Es el concepto verdadero del pensamiento genuino, verdadero, basado en la verdad de Dios que me genera una visión. Y que me lleva a obedecer de corazón. ¡Gloria a Dios!
Lo que hace infeliz, es permanecer en el error. Y ya no estamos hablando de adulterio, fornicación, ni inmundicia. Estamos hablando de cosas mucho más finas, mucho más profunda que tiene que ver con pensamiento errado que forman visiones erradas. Que ponen rumbo errados a nuestras vidas y no podemos estar contentos, no podemos ser felices cuando decimos; yo no robo, no adultero, no le hago mal a nadie, ¿por qué estoy así mal? ¡Porque está pensando mal! Porque las cosas no son como pensas o la visión que tenés. No porque yo piense, las cosas son.
‘Fue duro trabajo para mí’. Para Pablo seguro también fue un duro trabajo. No fue fácil entender. Les vuelvo a repetir. Para los que nos estamos congregando, estos tiempos que estamos pasando nos va a ser difícil. Para los que no se congregan les va a ser imposible. Justamente, porque no se va a producir una renovación de los pensamientos, para poder tener otra visión a cerca de las cosas.
Por ejemplo. Supongamos que nos sentimos infelices, porque tenemos un problema. Yo me siento infeliz porque tengo un problema, y hay algunos que tienen varios. Estoy equivocado si pienso que voy a ser feliz cuando Dios me saque los problemas. Estoy equivocado si pensamos que vamos a ser felices cuando Dios nos quite el problema; el problema no necesita ser quitado. Lo que necesita ser quitado, ¡es la forma de pensar humana! Eso es lo que necesita ser quitado, no el problema.
Al contrario, el problema es necesario. El problema fue añadido, y es necesario porque nos lleva en nuestra lucha de la fe, a vencer contra nuestra naturaleza humana. Nos lleva a derribar todo pensamiento que se levanta con soberbia en contra de la verdad, nos sigue llevando cautivos a la obediencia a Cristo, nos acerca más a Dios. El problema no necesita ser quitado para ser felices. Para ser felices lo que se necesita es la forma de pensar. La visión que tenemos a cerca de las cosas, eso es lo que se necesita ser removido.
Si no, porque se piensa que Dios permite que las cosas pasen. Y estamos orando y orando y no nos podemos liberar. Porque la solución no es quitar el problema. La solución es cambiar la forma de pensar por lo que Dios está queriendo hacer entender. Cuanto más tardemos en entender, más se va a dilatar. Mas, si no logramos estar contentos y felices por todo lo que Dios nos ha dado y por lo que tenemos, hay un gran problema ahí.
Es algo que es muy finito, muy profundo. No tiene que ver con; ah, él toma, el otro fuma, el otro toma alcohol, el otro es drogadicto, el otro es adúltero, este es fornicario. Esto va más allá a esas formaciones de pensamientos herrados que dan visiones erradas y ponen rumbo raro. Como este, que no era ningún borracho, no era nada, pero casi se pega la patinada. ¿Por qué? Porque en lugar de ver lo que tenía, lo que Dios le había dado, que lo descubrió recién, se puso mal mirando lo que le molestaba.
Sabe a cuantos le pasa eso. Sabe a cuantos hermanos le pasa eso. Se ponen mal porque siempre se ponen a mirar lo que les molesta y no miran lo que Dios le dio. No miran lo que Dios tiene. Cuando este entendió, cambio la forma de pensar y dijo: “¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti nada deseo en la tierra”. “Me has guiado según tu consejo, me esperaras allá arriba en gloria”.
Ahora ya no es que los impíos prosperan, y le hacen burla a Dios y Dios no los ve. No, no, no. Fueron puestos en asoladeros. Fueron dados sus pies al resbaladero, El destruirá a todo del que de Dios se aparta. Piense. Un pensamiento errado le genera un gran problema que le costó mucho poder entender.
La soberbia los corona. ¿Y a él? Diga que se bajó del caballo. Porque si no se baja del caballo, para ponerse para entender esto y que todavía fue un duro trabajo, iba a estar en la misma condición que el otro. Por eso dice: “Nunca más montaremos en caballo, ni nunca más diremos a la obra de nuestras manos: Dioses nuestros”. Naamán venía a caballo, le dijo el profeta; ‘tirate en el rio siete veces, y la lepra te desaparecerá’. ‘¿Qué, no hay mejores ríos en mi tierra?, yo pensé que iba a salir he iba a hacer esto y que iba a hacer aquello’.
Pero tenía un pensamiento y una visión: ‘Cuando yo llegue, como soy un general, va salir corriendo a mí el profeta, va a invocar a Dios, y me va a sanar de la lepra’. ‘Me dice que me tire en el rio este, si en mi tierra hay mejores rios que este’. Pero resulta que dice La Escritura, que se bajó del caballo. Se metió en el agua, porque el siervo le dijo: ‘señor mío, no es difícil lo que el profeta te dijo. Por qué no te bajas del caballo, entras y salís siete veces y listo. Compraba lo que te dijo y nos vamos’ Se bajo del caballo, y la séptima vez que sale del agua, su piel era como la de un bebe. Ahí fue corriendo a llevar ofrenda, el profeta le dijo: ‘no me debes nada’.
¿Qué tan seguro estaba de lo que pensaba? Escuche. No descubrió lo que tenía, por mirar lo que le molestaba. A cuantos le pasara así. Hermanos que permanentemente tienen tareas, o se le encomienda salir, y de repente se enojaron porque le molesto algo, no se dan cuenta de lo que están haciendo es en contra de Dios, por cómo ven las cosas.
Así que el tema no era remover el problema, el tema era remover la forma de pensar humana. Con razón que el apóstol Pablo dice: “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento. Para que podáis comprobar, que la voluntad de Dios es agradable y es perfecta”. Si no hay una renovación de pensamientos, no vamos a poder comprobar nada. Y la renovación del pensamiento, ¿cómo se produce? Pablo dijo: “He aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación, me enseñaron”.
En todo y por todo estoy enseñado, significa iniciado en el conocimiento de los misterios. Al salmista le paso igual. Entro al lugar santísimo a la presencia de Dios, adonde no hay luz de lampara, no hay foquito, no hay vela, no hay nada, no hay luz. El lugar santísimo es la oscuridad, el lugar santísimo es ahí, en donde dice: “No hay lenguaje ni palabra, ni es oída Su voz”. Luego dice: “Que por toda la tierra salió Su voz, y hasta los confines de la tierra Su Palabra”. Amen.
¿Vamos a meditar en esto? En ver si podemos descubrir, ¿qué es esto?: ‘Gran ganancia es la piedad, acompañada de contentamiento’. No es dejarnos de preocupar por nuestras cosas seculares, es preocuparnos por algo diferente. Y por ahí eso que nos preocupa tanto, se soluciona solo después. Amen.
Que Dios los bendiga mucho, y bueno, ruego al Señor que este día de domingo tan hermoso para salir a pasear, y que es un domingo con sacrificio, porque pudiendo ir a pasear se vinieron para acá. O sea que sacrificaron un domingo. Pero seguro que no fue en vano por causa de lo que Dios nos hace ver. Vamos a ponernos a mirar más de lo que tenemos que nos fue dado. Porque la felicidad, no depende de lo que nos falta, sino de lo que ya tenemos. ¡Amen!
Los amo y los abrazo en el amor de Jesucristo.
Pastor: Pablo A. Florián