El camino al dominio propio

En el pulpito

Sean todos nuestros hermanos y hermanas bienvenidos.

"El camino al dominio propio"

El camino al dominio propio (Versión escrita)

Pastor Pablo Florian

“Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, más vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí” Gálatas 2:20

Estaba pensando lo que significa escuchar la palabra de Dios, escuchar la palabra de Dios puede ser algo glorioso, o puede ser algo peligroso. ¿Cuándo escuchar la palabra de Dios, es algo glorioso? Cuando uno la oye con fe. Cuando uno oye la palabra de Dios con fe, porque la palabra de Dios descubre nuestra condición y no es para avergonzarnos, es para que hagamos algo. ¿Entonces que pasa? La palabra de Dios descubre tu corazón, uno la oye con fe, va a la presencia del Señor, medita en esa palabra y va a la presencia del Señor en oración, para hablarle de lo que acabó de escuchar y cuál es su situación que uno pueda ver delante de Dios.

Entonces, ¿qué hace?, le pide a Dios ayuda. Sencillo. Señor, escuche Tu Palabra, en una parte tu siervo dijo así y así; Y yo me miro en el espejo en esta palabra, y me doy cuente que por ahí me siento lejos de esto. Entonces quiero venir con esa palabra que escuché en tu presencia y pedirte ayuda. La pregunta es, ¿lo ayudara el Señor si le pide ayuda? Si se lo pide de corazón, ¿lo ayudará? Entonces ahí, escuchar la palabra de Dios es algo glorioso.

¿Cuándo escuchar la palabra de Dios es algo peligroso? Cuando no se la escucha justamente con fe. Cuando se la recibe sin fe. Cuando a la palabra de Dios se la recibe sin fe, uno toma un conocimiento por la palabra de Dios, que luego después agrava su situación delante de Dios. Justamente, porque no la recibe con fe. Dios les dio a los hebreos Su palabra, y le dio la Ley. Y ellos dijeron, ‘todo lo que Dios diga, aremos’.  Y Dios le dio la palabra, pero ellos no la recibieron con fe. Entonces que pasa, al no recibirla con fe … justamente dijeron lo que dijeron, todo lo que Dios diga vamos a hacer.

Es igual que los hermanos en el evangelio cuando escuchan la palabra de Dios. Y dicen bueno, ahora la vamos a poner por obra. Y tan fácil ponerla por obra. Escuchas la palabra de Dios y ¿vos la vas a poner por obra? Bueno, anda y aselo. Cuando lo logres vení que te damos la mano porque todos queremos hacer eso. Ese no es el camino. Ellos dijeron, lo que Dios diga aremos, y no lo pudieron hacer. Porque la Ley es santa, justa y perfecta, y el hombre es pecador y no puede satisfacer nunca las demandas justas de la Ley. No la recibieron con fe, y agravó su situación. ¿Por qué? Porque si la hubiesen recibido con fe, hubiesen descubierto el verdadero propósito por el cual Dios le dio la Ley. Dios les dio la Ley, para que ellos descubran su situación de pecaminosidad delante de Dios. Y corran a Dios en busca de salvación.

Estoy escuchando Tu palabra, estoy escuchando Tu Ley, y veo que yo siento todo lo contrario de lo que dice tu palabra. Entonces clamarían al Señor por ayuda, y esa ayuda que Dios iba a enviar, se llama el Señor Jesucristo. Que ellos no lo recibieron, justamente, porque hasta el día de hoy, todavía siguen perseverando en que van a hacer lo que Dios dice, y nadie puede hacer lo que Dios dice. Por eso es importante este comentario. Escuchar la palabra de Dios puede ser algo glorioso cuando la escucha con fe. Pero también puede ser algo peligroso, cuando la escucha sin fe.

Miren lo que dice el apóstol Pablo acá en la carta a los Romanos, capitulo 7, en el verso 7 al 9. “¿Qué diremos, pues? ¿La ley es pecado? En ninguna manera. Pero yo no conocí el pecado sino por la ley; porque tampoco conociera la codicia, si la ley no dijera: No codiciarás. Mas el pecado, tomando ocasión por el mandamiento, produjo en mí toda codicia; porque sin la ley el pecado está muerto. Y yo sin la ley vivía en un tiempo; pero venido el mandamiento, el pecado revivió y yo morí”.

O sea que, hasta que no había escuchado la Ley, no sabía lo que era el pecado. Cuando escucho la Ley, ‘no codiciaras’, ¿y que produjo la Ley cuando la recibe con fe? Todo codicia, ¿para qué? Para que descubra su situación de pecaminosidad. Cuando la palabra de Dios se recibe sin fe, se transforma en algo peligroso. Eso es con respecto de los hebreos en la Ley.

Con respecto a nosotros, en la segunda carta de Pedro, en el capítulo 2, verso 20 y 21 dice: “Ciertamente, si habiéndose ellos escapado de las contaminaciones del mundo, por el conocimiento del Señor y Salvador Jesucristo, enredándose otra vez en ellas son vencidos, su postrer estado viene a ser peor que el primero. Porque mejor les hubiera sido no haber conocido el camino de la justicia, que después de haberlo conocido, volverse atrás del santo mandamiento que les fue dado” Escuchar la palabra de Dios puede ser algo glorioso, pero también puede ser algo tremendamente peligroso.

Acá, vamos al verso 20 de la carta a los Gálatas, capitulo 2 y el apóstol Pablo dice: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, más vive Cristo en mí; …” Y me quede pensando en esto, porque, en el culto anterior, estuvimos viendo eso que es medio difícil de creer. ‘Tenemos la mente de Cristo’. Pero no podemos dudar de lo que la palabra de Dios dice. Dice que la tenemos. Ahora, que no la sepamos usar es otra cosa. Pero es clarita, es tajante, es afirmativa la palabra de Dios.

‘Mas nosotros, tenemos la mente de Cristo’. Los que recibimos la palabra con fe, no entendemos, pero creemos. Si Dios lo dice, lo dice. Ahora bien, explicamos, tenemos la mente de Cristo. ¿Cómo la podemos definir? Y dijimos, como te la vas a poner a definir, si la ciencia intenta definir lo que es el cerebro humano, y no hay una maquina mas compleja que el cerebro humano. Imagínate si nos vamos a poner a definir lo que es la mente de Cristo. No tenemos que entrar en eso.

Lo que tenemos que ver es que la tenemos. Que importa cómo funciona y cuantas neuronas tiene, lo importante es que la tenemos. ¿Y cómo se usa? Es simple. Andando firme en la fe, en la verdad. Cuando uno anda firme en la fe, en la verdad, está usando la mente de Cristo. Porque está firme en la fe, la verada hace lo que Dios dice. Está yendo detrás de lo que Dios habla. Como decimos siempre, cuando uno actúa en fe, actúa por lo que creyó en contra de lo que sintió, está firme en la fe. Esta firme en la fe en la verdad, entonces no solamente tiene la mente de Cristo, sino que la experimenta a la mente de Cristo.

En este pasaje, y vamos un poquito más allá; El apóstol Pablo no dice, tengo la vida de Cristo, dice, ‘Cristo vive en mi’. Significa que el está teniendo la experiencia. Ahora, ¿cuánto de los que leen han creído que tienen la mente del Señor? ¿Cuántos creen que tenemos la vida de Cristo? No tenemos Su mente, tenemos Su vida. Si dicen amen, perfecto, ¿pero que nos falta? Experimentarla.

¿Cómo experimentamos la mente de Cristo? Sencillo. Firme en la fe en la verdad. ¿Cómo experimentamos la vida de Cristo? Como dice una alabanza; ‘Yo he creído en un poder que no se toca ni se ve, pero se siente. Cuando el apóstol Pablo está diciendo; ‘Cristo vive en mi’, está diciendo que lo siente. No está hablando de algo fantasioso, místico, extraño, no, está diciendo algo real. ‘Cristo vive en mi’, yo lo estoy sintiendo. Amen.

Ahora bien. ¿Qué significa, tene la experiencia de que ‘Cristo vive en mi’? Que es lo que dice en esta misma carta más adelante, cuando habla de la labor del Espíritu Santo en la vida de un cristiano. La labor del Espíritu Santo en la vida de un cristiano, dice así; “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza;”. Entonces de que estamos hablado, estamos hablando de amor, gozo, paz, paciencia, cosas que se sienten, que no es algo ficticio. No, es decir, tengo a Cristo, Cristo es mi vida … y lo digo con la boca, de la boca para afuera, sin sentir absolutamente nada. O sintiendo todo lo contrario, no, el creyó que tenía la vida de Cristo y dijo, ‘Cristo vive en mi’, o sea, yo estoy experimentando la vida de Cristo. ¿Por qué? Y no lo puedo negar, no se ve, no se toca, pero no puedo negar lo que estoy sintiendo; amor, gozo, paz, benignidad, paciencia … Yo no era así, y estoy sintiendo eso, Cristo vive en mí.

Entonces, no la compliquemos en definiciones teológicas que no nos llevan a nada. Vamos a lo práctico y sencillo, cotidiano y aplicable día a día. Tenemos la mente de Cristo, ¿cómo la experimentamos? Firme en la fe en la verdad. Tenemos la vida de Cristo, ¿cómo la experimentamos? Sintiendo lo que acabamos de leer acá. Ahí se transforma en una realidad, porque son cosas muy tremendas y muy fuerte que se sienten. El gozo, la paz, la templanza, no es algo ilusorio.

Ahora bien. Porque no podemos experimentar el uso de la mente de Cristo, y porque no podemos experimentar la vida de Cristo en nuestras vidas. Por lo mismo, por la falta de firmeza en la fe. La falta de firmeza en la fe, ¿Qué desencadena? La falta de firmeza en la fe, desencadena la falta de dominio propio. Y la falta del dominio propio por falta de la firmeza en la fe, se manifiesta, esta fala de dominio propio, en lo terrenal y en lo espiritual. Porque en lo terrenal, por la falta de control en ciertas cosas … y estamos hablando en lo secular, te va a llevar a perder la salud, por falta de control.

“Vamos a tomar, vení, vení, proba la droga, vení, vamos a probar” Y la falta de control, te va a llevar a perder la salud. La falta de del dominio te va a ser a perder la salud, te va a llevar a perder la familia. Te va a llevar a perder las buenas relaciones, porque el carácter podrido que todos tenemos, si no lo controlas se hace un infierno el vivir con vos. Y encima se suma el carácter del otro también. Porque el carácter podrido no es solamente mío, es tuyo y de todos nosotros. Justamente por eso, porque hemos entendido que tenemos una naturaleza caída, que no tiene arreglo para los que hemos abrazado esta salvación.

Pero la falta de firmeza en la fe, hace que no podamos experimentar la mente de Cristo, y que no podamos experimentar la vida de Cristo. Porque esto va más allá. Experimentar la vida de Cristo, ¿cómo sería?, ¿cómo te sentirías?, ¿cómo sería tu semblante si estarías sintiendo esto? Amor, gozo, paz, benignidad, fe, mansedumbre, templanza. ¿Cómo sería tu rostro? Posiblemente sería diferente al que estamos hoy reflejando. Seguro, porque eso que se siente es tan fuerte, que se va a irradiar a través de tu semblante. Por eso dice la palabra de dios, ‘Su semblante testifica en contra de ello’. ¿Cómo estás? Fantástico, mejor imposible, me va re bien. Pero tu cara y tu semblante testifica totalmente lo contrario de lo que estás diciendo.

Así que, la falta de control en lo terrenal, te lleva también a perder la dignidad ante tus compañeros de trabajo, o en tu familia. Porque la falta de control en tu carácter, de tu forma de ser, te hace perder la claridad. Por ejemplo. ¿Cómo conseguiste lo que tenés? Estaba mirando un matrimonio de ancianos, que tenían ahorros. Y no solamente que los robaron, los mataron a los dos adentro del auto. Está bien, se armaron del dinero. Ahora con el dinero se van a comprar esto, lo otro, se van a reír … todo lo que vos quieras. Pero eso que están disfrutando, ¿de dónde salió? Del tremendo sufrimiento que se causa a una familia.

Por eso entre nosotros, el que robaba, no lo hace más. ¿Por qué? Porque ahora hemos entendido, que no tiene valor el bien material que estamos robando, en comparación con el daño y el momento que le hacemos pasar al ser humano por el cual Cristo murió. Porque después, ¿qué pasa? Dice acá en Su palabra más adelante; ‘Porque lo que se siembra, se cosecha’. Y tu vida va a ser un infierno. Se cosecha lo que se siembra, punto, no hay vuelta. Es así. Porque por ahí me voy a salvar de cosechar … no, no, no …. Se cosecha lo que se siembra. Lo dice en el verso 7 de esta misma carta del capítulo 6.

Así que te va a llevar a perder la salud, te va a llevar a perder la dignidad, te va a llevar a perder el dinero. La falta de control de la administración del dinero, ¿a dónde te lleva? ‘Jugate un numerito. La verdad me enloquece, me apasiona ir al bingo, o a la ruleta’ ¿Y cuantos perdieron todo por eso? La falta de control, no se pueden controlar. ‘Bueno, ahora vamos a jugar, o vamos a empeñar esto, a ver si recupero lo que perdí’. Y la falta de control, ¿a dónde te lleva?

Estamos hablando solamente en lo terrenal. Y en lo espiritual, la falta de dominio propio, ¿a qué te lleva? A perder el gozo, la paz, la paciencia … a perder eso que tenemos que sentir. Por eso dice en el verso 19, del capítulo 5, ‘manifiestas son las obras de la carne que son, adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicería, enemistades, pleitos, celos. Iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgias, y cosas semejantes a estas’ Y añade, ‘acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios’. Entonces no es algo sencillo. No solamente que te hace perder el gozo, te hace perder la alegría, te hace perder paz, que te hace perder la salvación también la falta del dominio, la falta del control.

Ahora bien, quiero aclarar algo. ¿Por qué lo quiero aclarar? Porque hemos leídos tantas cosas, que, en lo cotidiano, algunos siempre en algunas de estas cosas hemos tropezado. No hablemos de la inmoralidad, pero dice pleitos, contiendas, iras, borracheras, cualquier hermano, quien no tropezó en una cosa de estas. Pero acá cuando dice, y no vamos entrar tampoco en definiciones, pero dice, ‘los que practican tales cosas’, significa, los que adoptan esto como una forma de vida. A eso se refiere. ‘Los que practican tales cosas’, significa lo que adoptan todo esto como forma de vida.

Es justamente algo que no encaja para nada en lo que nosotros somos. No encaja para nada en lo que nosotros somos, y en realidad, no podemos vivir como cristianos y siendo salvos, vivir de esta manera, no podemos. Es imposible. Es imposible porque tenemos que pensar que, por ejemplo, lo que uno considera que es importante en nuestras vidas. Primero, ¿encaja lo que nosotros somos con lo que tenemos que hacer? ¿y si no encaja con lo que somos, con lo que tenemos que hacer? ¿Cuánto tiempo te está quitando, eso que para vos tiene valor y no encaja para nada con lo que nosotros somos y lo que tenemos que hacer?

Esto tiene que ver también con la falta del control del tiempo. Por ejemplo. Yo lo digo siempre y es bueno. Todos deben cuidarse con la alimentación y hacer actividad física. Pero hay quienes viven para lucir en el espejo, mejor que los demás. Y ahí vas perdiendo el control ya. Porque uno no puede vivir mirándose en el espejo. Uno no puede vivir haciendo actividad física 8 o 9 horas por día. Yo conozco a muchos de esos, que viven de eso.

Porque, hablemos de nosotros los cristianos. Primero tenemos que ver quiénes somos y lo que nosotros tenemos que hacer. Y esta falta de control, que también es falta de dominio propio, el tiempo que te hace perder esta falta de control, ¿a dónde te va a llevar? Hay veces que hablo con los hermanos, y por ahí sienten que perdieron el control en algo. Se largaron y por ahí perdieron el control de la inmoralidad, se metieron en la inmoralidad y por ahí consideran que perdieron el control. Otros consideran que perdieron el control, porque se metieron de vuelta con algún vicio. Otros consideran que perdieron el control por causa de que, al no estar firmes en la fe, está lleno en la manifestación de su carácter, que está generando estragos en la relación y en la convivencia de los demás.

Déjenme decirles algo. Cuando uno siente que perdió el control en algo de esto, en realidad perdió el control de todo. ¿Por qué? Porque cuando Cristo vive en mí, no vive el amor, o el gozo, o la paz, o la paciencia. Cuando Cristo vive en mí, vive entero. Vive el amor, el gozo, la paz, la paciencia, la benignidad, todo. No puedo yo decir, ‘Cristo vive en mi’, pero está viviendo en el área de Cristo del amor, la paz, pero no el de la paciencia, no. Cuando Cristo vive en mí, vive entero. Y cuando yo perdí el control de un área de mi vida, en realidad he perdido el control entero.

Porque acá pablo está diciendo, ‘con Cristo estoy juntamente crucificado’, o sé que el viejo hombre está crucificado entero, con todas sus obras. Cuando piensa usted que perdió el control de algo, en realidad, ha perdido el control de todo. Ahora bien. El hecho de perder el control, hace que uno se sienta ¿de qué manera? ¿Qué es lo que gobierna tu corazón? Cuando uno es un cristiano, sincero estoy hablando, cuando uno es un cristiano sincero, sabe que es cristiano, sabe que Dios está esperando algo de él. Y sabe que ha perdido el control, se ha perdido el dominio propio, y tiene algunas áreas de su vida que se están manifestando en descontrol, cuando en realidad perdió el control de todo.

Ahora. ¿Qué siente, que siente? Tristeza. No me va a decir que se siente contento. Porque si me dice que se siente contento, entonces entra en ese grupo que dice, ‘los hombres amaron más las tinieblas que la luz porque sus obras son malas’. Se entiende que cuando uno se ve que está perdiendo el control, que ha perdido el control de algo, en realidad perdió el control de todo y si es cristiano verdadero tiene que sentir tristeza.

Ahora bien. La tristeza que siente, ¿qué le hace perder? El gozo, la paz. Por eso, ¿cuál es la causa? El no experimentar que Cristo vive en mí. La falta de la firmeza en la fe. Que no es cosa sencilla, sino que es el desencadenante de lo demás. Que es la pérdida del control y la pérdida del dominio propio. Que es lo que lleva, justamente, a que el cristiano viva una vida de aflicción, una vida de tristeza. Pero no por la aflicción, sino por su modo de vivir.

Por eso decíamos que la falta de control y de dominio propio, afecta lo terrenal, afecta lo espiritual y afecta todas las áreas de la vida. La salud, la economía, las relaciones personales, la experiencia de sentir que Cristo vive en uno. Acá cuando dice Pablo, ‘que Cristo vive en mi’, es porque está sintiendo algo. ¿Y que está sintiendo? Amor, no. Está sintiendo amor, gozo, paz, paciencia … está sintiendo a Cristo entero. Pero primero, ¿qué dice? ‘Con Cristo estoy juntamente crucificado’. O sea que llego un momento, en el que él llego a tener el control. O sea, no podemos dejarnos controlar, por lo que tenemos que controlar.

Una cosa es que algo de por allá, externo, intente controlarnos. Nosotros nos podemos dejar, o no dejar. Pero esto es muy serio. ¿Por qué? Porque no podemos dejar que nos controle, lo que Dios nos mandó a lo que tenemos que controlar. Porque pasa por ahí. Y hoy, en los tiempos en que vivimos en el mundo, que de alguna manera los hermanos lo arrastran a la iglesia, se transforma esto en una realidad. Por eso yo les decía el otro día, que yo vengo orando al Señor, porque quiero entrar a la dimensión del amor de Dios.

Pero después dije: ¿Por qué tengo que entrar yo a la dimensión del amor de Dios? Yo entro a la dimensión del amor de Dios, ¿y después que hago?, los miro desde allá arriba, que todavía no pueden terminar con las obras malas. Y dije, no, no. De esta tenemos que salir todos, no yo solo. De esta todos tenemos que salir. Entonces, como dijimos, que todos tenemos que salir y tenemos que pelear todos, y ayudarnos para salir todos. Porque yo me sentiría un cobarde si saldría solo, y lo veo a todo mi pueblo, al que Dios me mando a llevar, lo veo en ese nivel de falta de control de obras humanas, y yo me veo en la plenitud de la presencia del Señor. ¡Entramos todos, todos tenemos que entrar! Me sentiría un cobarde si entrara yo solo y el pueblo no, tenemos que arrastrar al pueblo.

Y en esto, ministros, diáconos, diaconisas, obreros, tienen que entender que acá, el que no sabe ayudar molesta. ¿Quién es el que molesta? El que ha perdido el control por su espíritu crítico. Que no le viene bien nada, ni le viene bien nadie. Que habla mal de este, habla mal del otro, habla mal de aquel, habla mal de todo el mundo. Pero no habla mal de él, eso es perder el control también. Porque se transforma en la iglesia un gran problema. Porque esta es nuestra batalla. Esta es la gran lucha del cristiano.

La conquista de esto humano, se asemeja a la conquista que Israel tenía que hacer con Canaán. Dios les dijo que entraran a la tierra de Canaán y que exterminaran la maldad de esa tierra. Porque si dejaban algo, después les iba a ser de tropiezo, y así fue. Dejaron algo y les fue de tropiezo. Bueno, esta, nuestra naturaleza humana, la tenemos que controlar entera. Si uno dice; Voy a controlar esto, pero esto no lo voy a controlar porque me gusta, te va a ser de tropiezo. Es controlar todo, o no controlar nada.

Y a eso se le llama, ‘la gran conquista de los santos’. Generales, como Napoleón Bonaparte, pongo a Alejandro Magno, que conquistaron imperios, no pudieron con su yo. Y vos y yo, tenemos el desafío, de poner bajo control el yo. Controlar el yo. Al poner nosotros al yo bajo control, hemos vencido y ganado la batalla de los siglos. Así como Cristo, venció la batalla de los siglos del bien y del mal, con amor, y la venció. Bueno, así también nosotros por la fe, tenemos que vencer esta terrible batalla, que es la más grande. Es la conquista más gloriosa que nosotros podemos llegar a alcanzar. Dominar de nuestra naturaleza humana, lo que nos quiere dominar a nosotros. Les vuelvo a repetir. No podemos dejarnos controlar, por las cosas que Dios nos manda a controlar.

Entonces, cuando vemos el semblante de muchos hermanos, la tristeza en el corazón, muestra, que la falta de dominio propio, le está haciendo perder la experiencia de que Cristo vive en tu vida. ¿Por qué? Porque Cristo es gozo, y vos estas sintiendo dolor, aflicción y tristeza. ¿Y qué es lo que te está privando de sentir el gozo, la paz y la benignidad? La falta de control de las cosas humanas que nosotros tenemos que combatir.

También es de destacar, que también tenemos que ver a nuestro alrededor y no mirarnos a nosotros solos. Y mirar a nuestro alrededor aquellas personas que han perdido el control, de los vicios, por ejemplo. Han perdido el control de los vicios. Mira alrededor, ¿cómo están los que han perdido el control del tiempo y duermen de día y andan como las hormigas de noche? El tremendo trabajo que cuesta sacar a la gente del mundo. Y los que tuvieron el privilegio de nacer y crecer en la iglesia, se quieren meter en el mundo para ver como es.

Basta con mirar, como llegaron, los que llegaron sin Cristo, para aprender. Basta con mirar alrededor los que perdieron el control del dinero, como llegaron a la iglesia. Los que perdieron el control de su carácter, como llegaron a la iglesia. Los que perdieron el control de los vicios, como llegaron a la iglesia. Los que perdieron el control del orden en su vida, como llegaron a la iglesia. ¿Cómo están? A la miseria, ¿por qué? porque se cumple lo que dice la palabra de Dios. Decíamos en el capítulo 6, verso 7: ‘Nadie se engañe, Dios no puede ser burlado, todo lo que el hombre siembre, eso va a cosechar’.

Entonces, ¿porque las personas están cómo están? Porque dios los abandonó. ¡No! Están como están, porque están cosechando lo que por ahí se sembró años atrás. Ahora, parece, que uno vive una vida controlada y que esta todo bien, que marcha todo bien, que no pasa nada. Yo estoy cobrando mi sueldito, estoy comprando mis cosas. Parece que marcha todo bien. Pero cuando uno siembra, la cococha no llega inmediatamente. Y dice: ‘considera lo que te digo, el labrador para ver los frutos, tiene que trabajar primero’.

Tenes que sembrar, tenés que esperar que lo bueno o lo malo crezca, se desarrolle y después vas a cosechar. Tal vez pase meses, tal vez pasen años, y estes cosechando lo que sembrastes hace años, y te estas quejando, no viendo lo que sembrastes hace años. Porque es una ley de Dios, dice: ‘nadie se engañe, Dios no puede ser burlado, todo lo que el hombre sembrare eso va a cosechar’. Y dice, punto. O sea, no hay forma de que eso no pase.

Por eso, ¿se cumple esta palabra? Y decíamos anteriormente, mira alrededor, mira alrededor tuyo y fijate. Chicas, de 20 años, que todavía no arrancaron. 20, 21 años, solas, con dos o tres chicos. Sumergidas en una pobreza y una necesidad tremenda. No conocían al Señor, no vivieron en disciplina, las dejaron en la calle. Los padres se ocuparon de su esposa. ¿No miras alrededor, no hechas un vistazo alrededor? En la escuela donde vas, en el trabajo donde vas, en tu barrio, ¿no hechas un vistazo alrededor?

Joven, que tenés 18, 20 años y te levantas a las dos de la tarde. No te das cuenta a dónde vas a ir a parar. ¿No miras en tu barrio, no miras en tu trabajo los que hacen eso cómo están? Cualquier mujer, que se meta con un hombre así, hambre en la vida … no le va a faltar. Porque el que no es responsable de su vida, no es responsable de su trabajo, no es responsable de llevar el sustento a su casa, lo dice la palabra de Dios que, ‘es peor que el incrédulo’. Pero después se jacta de ser hombre.

Justamente dice, ‘el que no provee para su casa’. Porque se queda durmiendo, sale de noche, se ponen a beber por la falta de control. ¿No sabes que tenés que levantarte a las cinco y media de la mañana, mañana, no sabes que tenés que ir a trabajar? No, vení, vamos a tomar; Si, trae, no importa, total no voy. No vas, te echan, ¿y después? ¿No tenés hijos vos? Si. ¿No tenés una mujer? Si. ¿No tenés los hijos que estas criando? Si. ¿Y después que va a pasar? ‘Todo lo que el hombre sembrare, eso segara’. ¿Queres ver que se cumpla? No esperes que te pase, mira alrededor, fijate alrededor. Démosle Gloria a Dios.

Ahora bien. ¿Cuál es la salida? Porque lo que estamos buscando, justamente, es la salida. Yo lo anhelo con todo mi corazón, y aparte lo tomo como un desafío, como mi misión. Ustedes saben que, en lo secular y en lo espiritual, tengo alma de soldado, eso no se puede negar. Y tengo una misión por parte de Dios; y cuando uno es soldado, la misión va por sobre todas las cosas. Y mi misión son ustedes. Entonces, nuestro desafío, es encontrar la salida. ¿Por qué? Porque ahora, ninguno mire al que está a su lado, a nadie. Porque todos saben perfectamente bien, lo que la palabra de Dios ha producido delante de cada uno, ¿o no es así?

Todos sabemos perfectamente bien, que la palabra de Dios nos puso en un espejo y que, si no fuera que acá esta Dios, no nos hubiese hablado de la manera en que nos habló. Hubiese entrado en el terreno de decir; A ver, el que pone mil, el que pone quinientos, Dios le va a dar y le va a multiplicar el 30 por 1, y le exalto toda la prosperidad sobre su vida. Pero no es así. Nos sentamos a escuchar la palabra de Dios, y escuchar la palabra de Dios es glorioso para nosotros. Porque la recibimos con fe. Entonces ahora, la recibimos con fe.

Y acá esta la salida. Acá esta la salida. ¿Por qué? Porque la recibimos con fe, y al recibirla con fe, no podemos decir otra cosa que, ‘Señor, tu palabra es verdad’. ¿Qué puedo hacer? ¿Oíste la palabra con fe? Si. Lo mismo que deberían haber hecho los hebreos que no hicieron. Si escuchaste la palabra con fe, anda a la presencia del Señor, con lo que produjo esta palabra. Habla con Él, y pedile que te ayude. Pregunta. ¿Te ayudará? Cómo no te va a ayudar. Escuchar la palabra de Dios, meditar en ella y tomarse un momento de oración en la presencia de Dios y rogarle al Señor que nos ayude.

Oigan. Cuando el Señor Jesús prometió dar Su Espíritu Santo, Él ya sabía el atroz entorno al cual iba a enviar su Espíritu Santo. Sabia. Él dijo, ustedes quédense en Jerusalén, yo voy a enviar a mi Espíritu Santo en ustedes. Cuando el Espíritu Santo los llene, ahí van a poder comprender lo que es el dominio propio, seguir y trabajar y no van a tener ni siquiera miedo de sus vidas. Pedro, ¿te acordás? Me negaste en la cara. Si. No pudiste controlar el miedo, perdiste el control del miedo. Si Señor, es verdad. Bueno, cuando te llene mi Espíritu Santo, vas a poder ir a predicar mi palabra y te van a ejecutar y te van a crucificar y no vas a tener ningún temor de nada, vas a estar preparado.

Y el Señor sabia, sabia en el entorno atroz que iba a enviar Su Espíritu Santo, ya sea por nuestra humana naturaleza, por los tiempos mundanos en que vivimos, y por la obra que la iniquidad está haciendo. Aun así, conociendo este entorno hostil, conociendo este entorno atroz, el Señor prometió enviar Su Espíritu Santo y cuando llego el día lo mando. ¿Y qué es lo que nosotros necesitamos en estos tiempos finales, difíciles y peligrosos? Lo mismo.

¿Y cómo se recibe el Espíritu de Dios? ¿Se recibe por las obras o por el oír con fe? Por el oír por fe. Porque cuando uno oye la palabra de Dios con fe, ¿qué hace? No sale de acá y va y prende la TV y mira la novela. ¿Y, que vamos a comer? Sabes que tengo ganas de comer unas salchichas. Y bueno, pone la novela, pone ese programa que esta todos los días, a ver quién gana hoy, a ver que sale. Pero escúchame, la palabra de Dios te ilumino. Si. Te diste cuente lo que salió a la luz y no te importo. Si. Bueno, ahí sabes que, te voy a decir algo. La palabra que escuchastes, se va a transformar en algo peligroso.

Escuchar la palabra de Dios, puede ser algo glorioso, cuando la recibís con fe. Pero escuchar la Palabra de Dios sin fe, te puedo asegurar que es más peligroso que lo que te podés llegar a imaginar. Y no hay ninguna necesidad, ¿por qué? Porque nosotros sabemos quiénes somos, y sabemos para que fuimos llamados. Entonces, lo importante es saber que, así como el Señor nos habla y transforman en cosas sencillas, cosas complejas. Tenemos la mente de Cristo, ¿y como la podemos experimentar? Mantenete firme en la verdad y listo. Tenemos la vida de Cristo, ¿y como la podemos experimentar? Sintiendo lo que dice acá en Su Palabra. ¿Y cómo hago para sentir lo que dice ahí?

Y, bueno, Pablo dice primero que ha sacrificado su viejo hombre. Y mire que lo dijo el. Que un día paso, por lo que por ahí estamos pasando nosotros. Un día él dijo; ‘Miserable de mí, no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago’. Pero se defendió; ‘No lo hago yo, sino el pecado que mora en mi’. Como, ¿no es que Cristo lo saco? Y aclara; ‘No lo hago yo, sino el pecado que mora en mí, esto es en mi carne’. Lo separo. Porque dios condeno al pecado en la carne. Pero dijo, miserable de mí, ¿quién me librara?

Ahora, vamos más adelante. Se ve que lo libro. Y si lo libro a él, que él dice que de los pecadores era el más grande, significa que era peor pecador que cualquiera de nosotros y lo logro. ¿Cómo no lo vamos a poder lograr nosotros? En la palabra no hay error. Si él dice que de los pecadores era el mayor, por algo lo dice. Supongo que debe decirlo porque el torturo y mato a cristianos, cosa que nosotros no hicimos. Pero lo logro. Si él lo logro, ¿cómo no lo va a lograr cualquiera de los que estamos acá, por más mamarracho que la vida lo quiere hacer sentir o podamos sentir que lo sintamos. Por más porquería que uno se pueda sentir, como no lo va a lograr.

El tema está en la firmeza en la fe. Y no es complicado. Es sencillo. Toma esta palabra, hace algo con ella, mostrale al Señor de que sos de la fe. Mostrale al Señor que la escuchaste. El Señor dijo; ‘Vengan delante de mí y testifiquen y hablen conmigo’. Si Él ya sabe lo que le vas a decir, pero no importa, le gusta que le hables. El mismo dijo, ‘vengan a mí, entremos en juicio juntamente’. Vení, hablemos, contame. Si él sabe … no importa, Él quiere que vayas, anda … Él quiere que hables con El, que se lo digas en tu lugar preferido …

No sé, mi lugar preferido siempre fue el baño. Vienen, golpean; ocupado decís, y ya está, no te molesta nadie. Si estas en el cuarto te abren la puerta, te buscan. Si estas en la cocina se te meten adentro. Si estas en el baño no se te mete nadie adentro. Y tuve muchos años mi lugar de oración el baño. Porque esto tiene que ver, con lo que yo quiero hablar con mi Señor. Dice; ‘cuando ores, entra en tu aposento y serrada la puerta, ora a tu Padre en tu secreto, y Él te va a recompensar en tu lugar”. Amen.

Como ninguno somos jueces de nadie, nadie tiene necesidad de andar escuchando a nadie. Esta es nuestra relación con el señor, así que, toma esta palabra y la situación que estas viviendo, o el control que pensas que has perdido y hablale a Él. No te ahorques, no te apartes, no te ballas, no te quedes, no te hundas, haceme caso …, soy tu pastor, yo no te voy a mentir.

Así como te sentís, anda a la presencia del Señor con esta palabra y habla con El. Y decile, esto, no lo quiero para mí. Quiero sentirte, quiero sentir que vivís en mí. No me puedo ir del escenario de esta tierra sin sentir que mi Cristo vive en mí. No lo siento ahora, pero no me puedo ir, no puedo salir, tengo que sentir que vive en mí. ¡Ayudame! Y quédate tranquilo, que Su intervención sobrenatural va a estar.

Les abrazo en el amor de nuestro Señor Jesucristo.

Pastor Pablo Florian