Cristo quitó el pecado y la muerte

En el pulpito

Sean todos nuestros hermanos y hermanas bienvenidos.

Cristo quito el pecado u la muerte

"Cristo quitó el pecado y la muerte"

Cristo quitó el pecado y la muerte

Unos de los grandes problemas que tiene la iglesia en estos tiempos, es no creer a lo que Dios dice en su Palabra, y muchas veces se hace prevalecer los pensamientos y razonamientos, dejando de lado la verdad que a través de ella Dios nos comunica. Estamos viviendo un periodo de la iglesia en la cual, no sé porque causa, pareciera que al creyente le agrada más saber que es un pecador y no que es un hombre libre. Multitudes de hombres y mujeres que han creído en Cristo, que se han bautizado y han recibido el Espíritu Santo, se declaran pecadores y no creen lo que Dios dice que hizo en la cruz a través de Cristo Jesús. Lo que queremos hacer por medio de esta literatura es mostrar sin error que delante de Dios el pecado, en los que han creído en Cristo, no existe. “El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” San Juan 1:29

Vemos en este pasaje que cuando Juan vio venir a Jesús hacia él, declaro a todos los que con el estaban:

“Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”

¿Por qué Juan dijo que quita y no que quitó? Él tenía la revelación de parte de Dios de que Jesús iba a quitar el pecado del mundo; pero Cristo no había muerto todavía, por eso dijo “el cordero que quita”. Cuando Jesús fue a la cruz se carga sobre el todo el pecado del mundo y al mismo tiempo Cristo es hecho pecado. Es ahí, donde Dios derrama sobre la persona del Señor Jesucristo, toda la ira en contra del pecado y aún más, ejecuta al mismo pecado en la cruz. El apóstol Pablo dice en 2 Corintios 5:21 “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos Justicia de Dios en el”

Esto nos muestra que el problema del pecado fue solucionado por Dios con Cristo en la cruz; allí ejecuto a los pecados y aun al mismo pecado. “De otra manera le hubiera sido necesario padecer muchas veces desde el principio del mundo; pero ahora, en la consumación de los siglos, se presentó una vez para siempre por el sacrificio de sí mismo para quitar de en medio el pecado” Hebreos 9:26

Aquí vemos que el escritor de los Hebreos dice: “Jesús por el sacrificio de sí mismo, se presentó para quitar de en medio el pecado” Si esto no fuera así, Cristo no podría haber reconciliado todas las cosas con Dios. Entonces Juan dice: “Que quita el pecado” El escritor a los Hebreos: “Que quitó de en medio el pecado”

La pregunta entonces es: ¿Por qué los cristianos hablan tanto del pecado? Esto es a causa de que no han lavado sus conciencias con la sangre de Cristo; porque no creen lo que Dios dice en su Palabra. En San Juan 1:12 y 13 el apóstol Juan dice: “…Que a los que le recibieron les fue dado el poder de ser hechos hijos de Dios, los cuales fueron engendrados por Dios…”

¿Cómo puede alguien, después de haber sido un pecador, llegar a ser hijo de Dios, si no muere y nace de nuevo? Dios no puede haber engendrado un pecador.  En Efesios 2:10 el apóstol Pablo nos dice, que somos hechura de Dios, que fuimos creados en Cristo Jesús para buenas obras. ¡Engendrados por Dios, hechura de Dios, creados en Cristo! ¿Cómo dicen los cristianos que son pecadores?

Entonces vemos que la iglesia de hoy desconoce que tiene dos naturalezas; una la adánica, de donde nacimos, y la otra la que Dios nos ha dado por el nuevo nacimiento. El apóstol Pablo nos dice que nuestro viejo hombre fue crucificado, es decir, que Dios nos mira como muertos en Cristo en la cruz.

“¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él? ¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva. Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección; sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado. Porque el que ha muerto, ha sido justificado del pecado. Y si morimos con Cristo, creemos que también viviremos con él; sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de los muertos, ya no muere; la muerte no se enseñorea más de él. Porque en cuanto murió, al pecado murió una vez por todas; más en cuanto vive, para Dios vive. Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro. No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias; ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia. Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia”. Romanos 6:1 al 14

Nos muestra en estos pasajes que el viejo hombre fue crucificado, muerto y sepultado, y que hemos resucitado para una nueva vida. Ahora miramos, si no creemos en la obra que Cristo hizo en la cruz y nos declaramos pecadores, ¿Cómo podremos vivir una vida de justicia? Cuando aceptamos lo que el apóstol Pablo dice en la carta a los Romanos 5:1, que fuimos justificados por la fe, entonces miramos al viejo hombre (que por la fe está muerto para Dios, pero es el lugar donde habitamos), y podemos ver que él nos quiere esclavizar, haciéndonos creer que no somos lo que Dios dice. Pero cuando por la fe, creemos que somos el hombre nuevo, entonces vemos al hombre viejo con las obras de la carne asediarnos para que no creamos lo que Dios dice de nosotros; por eso el apóstol Pablo, después de declararnos en los pasajes que hemos leído, que el viejo hombre murió, está crucificado y sepultado, nos dice en el verso 11 que así también nosotros debemos considerarnos muertos al pecado, pero vivos para Dios en cristo Jesús.

“El pecado no se enseñoreará entre vosotros porque no estamos bajo la ley sino bajo la gracia” Romanos 6:14

Entonces, vemos que Dios ha hecho todo en la cruz con Cristo, para que quienes hemos creído, vivamos y crezcamos en esta nueva vida que hemos recibido. Pero si no creemos que fuimos justificados (lo que significa que fuimos absueltos de culpa y cargo delante de Dios), nos miramos como culpable delante de El; sin embargo, cuando creemos que somos el hombre nuevo, nuestra conciencia se lava de la culpa del pecado y vemos las acciones del hombre viejo (que la Biblia llama obras muertas), como un enemigo que nos persigue, pero que jamás podrá alcanzarnos. Si no nos libramos de la culpa del pecado nunca alcanzaremos esa estatura espiritual, que Dios dice que debemos alcanzar, siendo semejante a Cristo en todo. “…hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo” Efesios 4:13

Esto es lo que Dios espera de los que hemos creído en Cristo Jesús:  Alcanzar esa estatura espiritual y ser semejantes a su Hijo Jesucristo. Dios nos ha regalado la vida de su Hijo para que la vivamos, la disfrutemos y la enseñemos a otros. Mientras los creyentes confiesen que son pecadores siempre estarán buscar la forma de cómo dejar de serlo, lo cual es un error, ya que nadie por sí solo puede librarse de esto. Por esta causa es que se introdujeron en la iglesia tantas doctrinas erróneas en busca de la liberación del pecado, cuando cristo en la cruz ya lo logró.

El arrepentimiento y la confesión que el cristiano hace de sus faltas (que en realidad son las obras de la carne manifestadas en el hombre viejo), no hacen más que mostrar que no creen en la Palabra de Dios y hacen notoria su culpabilidad delante de Él. Si el pecado separa al hombre de Dios, ¿cómo pueden los cristianos, que tienen el Espíritu Santo, separar de ellos al Espíritu que salió de Dios? ¿Los que confiesan su culpabilidad, podrán decir que son el hombre nuevo? ¿Puede el hombre nacido en la justicia y santidad de la verdad pecar? “En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad” Efesios 422 al 24

Esta, es la causa por la cual, se ven tantos poseídos por los demonios, ya que al decir que son pecadores el amo de ellos es el diablo. Sin embargo, si confesamos que somos el hombre nuevo, jamás un demonio podrá entrar en el por qué Cristo lo venció en la cruz. Si el pecado separa al hombre de Dios, ¿Cuál es el lugar de los que dicen ser pecadores? El apóstol Pablo dice en 1 Corintios 12:27: “Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular”

¿Podrá un miembro del cuerpo de Cristo ser pecador? Si no creen que Dios los ha justificado, si no creen en la libertad con que Cristo los hizo libres no son miembros del cuerpo de Cristo. ¿Cómo serán la Esposa del Cordero? Amados hermanos, Dios en Cristo Jesús, nos ha libertado de las potestades de las tinieblas y nos hizo sentar con Cristo en los lugares celestiales, lo cual significa que juntamente con Él nos ha exaltado: “Y juntamente con él nos resucito y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús” Efesios 2:6

¿Por qué no hablamos de lo verdaderamente hoy somos en Cristo Jesús y nos decidimos a practicar todo lo que la Biblia enseña en cuanto al bien? Esto hará que Cristo se forme en nosotros. Nadie puede dejar de hacer lo malo para después buscar hacer lo bueno, la única forma de vencer al mal es haciendo el bien (Romanos 12:21). Debemos estar atentos, porque si Pablo dice “…no seáis vencido de lo malo”, significa que a causa de nuestra naturaleza carnal (en la cual nada ha cambiado y no hay una sola cosa en ella que agrade a Dios) va a tratar siempre de hacernos creer que nunca podremos vivir la vida que agrada a Dios.

Por eso, debemos estar atentos a cada situación que se produzca en nosotros, y estar vigilantes para entender de cuál de las dos naturalezas proviene lo que hemos hecho; si es algo que no agrada a Dios, no lo hicimos nosotros, por tanto, debemos rechazarlo y cambiar de actitud.

El mal no puede privarnos que hagamos el bien. Miles de ministros le han cerrado el cielo a los que han crido, cuando Dios a través de Cristo lo ha abierto. Por eso debemos confiar en la Palabra de Dios, la cual dice en Filipenses 1:6. “… estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo”

– ¿En quién comenzó Dios la buena obra?

– ¿En el hombre viejo que El mato? o ¿En el hombre nuevo que El creo?

El apóstol Pablo dijo: “Mirad que nadie os engañe” Colosenses 2:8

No debemos creer, por más que traten de demostrarlo, que somos pecadores, porque nadie con la Palabra de Dios, puede mostrar que lo que estamos en Cristo somos pecadores. Debemos creer lo que Dios dice que somos y procurar con diligencia, esforzándonos en su gracia, alcanzar el desarrollo de esta preciosa vida que Dios nos ha dado en Cristo.

Las doctrinas de liberación ¿para quiénes son? Hoy podemos ver en la iglesia cuantas doctrinas de liberación se enseñan, sin embargo, los que hemos creído hemos muerto y nacido de nuevo. Los cristianos no necesitan ser liberados, Sino creer lo que Cristo compro en la cruz para ellos. Hay doctrina que hacen que los cristianos se sientan cada día más culpables y son llevados con engaños, diciéndoles que deben ser libertados de las obras que el apóstol Pablo enseña en la carta a los Gálatas 5:16-21.

“Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis. Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley. Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios”

Las obras de la carne no son espíritu y por más que la reprendan nunca saldrán, solamente haciendo el bien que Dios nos manda en su Palabra logramos que ellas queden sin efecto. La fe y el conocimiento de la verdad de Dios nos llevan a ser libres de ellas; por eso, el apóstol Pablo, las da como obras de la carne, las cuales dice que son manifiestas en el hombre natural. Muchos usando las artimañas del error, otros por desconocimientos, tratan de libertar a los cristianos de estas cosas, lo cual nunca lograran; solamente por la fe, creyendo en la obra de Cristo en la cruz, pueden hacerlo.

“Quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos, pero que ahora ha sido manifestada por la aparición de nuestro Salvador Jesucristo, el cual quitó la muerte y sacó a luz la vida y la inmortalidad por el evangelio” 2 Timoteo 1:9 y 10

En estos pasajes el apóstol Pablo, que tiene la revelación completa de la obra de Cristo en la cruz, nos muestra que la gracia, en la cual nosotros estamos, nos fue concedida antes de los tiempos de los siglos y dice que nuestro llamado no fue conforme a nuestras obras, sino conforme al propósito de Dios.

– ¿Antes de los tiempos de los siglos?

Esto significa que antes que Adán estuviera en el paraíso, Dios ya nos había escogido, por eso no debemos dejarnos engañar, no somos pecadores, somos santos y justos delante de Dios. Además, el apóstol Pablo dice que Cristo quitó la muerte, Juan dijo quita el pecado, el escritor a los Hebreos que quitó el pecado de en medio; pero aquí el apóstol Pablo va mucho más allá y habla de que Jesús quitó la muerte y saco a luz la vida y la inmortalidad. La Escritura dice que por causa del pecado entro la muerte en el mundo.

“… Por tanto, como el pecado entro en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte paso a todos los hombres, por cuanto todos pecaron” Romanos 5:12

Y también, dice que la paga del pecado es la muerte. Si cristo quitó la muerte significa que para Dios el pecado ya no existe. A la iglesia no le fue dado solucionar el problema del pecado, sino que ella nace después de que Dios, por Cristo en la cruz, encontrara la solución a este problema que afectaba a todos los hombres y del cual por sí solo nadie podía librarse. Si la muerte fue vencida es porque no tiene poder sobre nosotros, si fuéramos pecadores no la habríamos vencido y nos estaría esperando para cobrar su víctima.

Así que, Amados Hermanos, gocémonos y alegrémonos delante del Señor; creamos en la obra de Cristo en la cruz porque somos su cuerpo y estamos puestos para anunciar las virtudes de aquel que nos llamó de las tinieblas a su luz admirable (1 Pedro 2:9). Porque fuimos predestinados por Dios desde antes de la fundación del mundo para alcanzar la imagen de su Hijo.

 “Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fueran hechos conforme a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos” Romanos 8:29

Mi anhelo y mi deseo es que todo aquel que lea esta literatura se apodere de esta bendita libertad con la cual Cristo nos hizo libres (Gálatas 5:1) y comience por la fe a vivir esta nueva vida maravillosa y gloriosa que Dios, en Cristo Jesús nos ha regalado. La verdad descubre el engaño, y ese es mi deseo: que la verdad de esta Bendita Palabra de Dios obre en cada uno de ustedes, de tal manera que nunca más sean sujetos al yugo de esclavitud. Que mí amado Dios y mi Señor Jesucristo, por medio de su Espíritu Santo, los convenza de esta exaltación a la cual Él nos ha llevado.

Les abrazo en el amor de Jesucristo.

Pastor: Juan Avellaneda